Más allá de nuestro parecer y nuestras apreciaciones personales, concentrar tierras soberanas en pocas manos, parece ser un tema de Estado que no está siendo debatido públicamente. Las razones para ceder territorio a fundaciones, organizaciones no gubernamentales o empresarios, tienen que ver con que la institucionalidad no es capaz de invertir recursos en la conservación de la biota nativa, por lo cual ha preferido venderlas.
Hasta ahora son 1.651.916 hectáreas las que están en esta situación, de las cuales 1.044.655, (63%), se concentran en manos de cinco dueños, según un informe redactado por el Ministerio de Medio Ambiente y el proyecto GEF (Fondo Mundial del Medio Ambiente), en donde debemos decir que en tres de los cinco casos, la experiencia es positiva:
– La organización Wild Life Conservation Society posee 297.655 hectáreas del Parque Karukinka, una área protegida que cubre aproximadamente 1160 millas cuadradas -297.655 hectáreas- en la punta sur de Tierra del Fuego, en la Patagonia Chilena.
– Douglas Tompkins, empresario ecologista, posee en la región de Los Lagos, el Parque Pumalín de 295 mil hectáreas. Para muchos lejos de representar un peligro, este hombre es un héroe que ha protegido esta zona de la intervención de carreteras y otras formas de «desarrollo».
– La Comunidad Agrícola Diaguita Huascoaltinos, posee 239 mil hectáreas en Atacama y se encuentra en permanente pie de lucha, judicializando proyectos mineros tales como El Morro y Pascua Lama.
– El Presidente Sebastián Piñera posee 118 mil hectáreas, el terreno privado más extenso de la Isla de Chiloé, que bautizara como Parque Tantauco. Por esta compra, Piñera es acusado por la comunidad Mapuche Williche de usurpación de tierras ancestrales, que plantean el temor de que en esta zona se realicen negocios energéticos que acaben con el paisaje.
– La familia Petermann Reifschneider, posee en la región de Los Ríos, el Parque Huilo Huilo. Esta reserva privada tiene el titulo de ser el destino turístico más sustentable del planeta. Sin embargo, la entrada a los saltos es demasiado cara y la estadía autorizada no se puede hacer más que en los hoteles de lujo, haciendo exclusivo de quienes pueden pagar, el recorrido de este bellísimo lugar. Sumado a esto, se les acusa de construir una central hidroeléctrica de pasada sin previo estudio de impacto ambiental.
Actualmente el 49% del territorio chileno está en manos de privados, no conforme con eso el Ministerio de Bienes Nacionales de Chile puso a la venta casi un 27% del los terrenos que aun son fiscales. En mi experiencia, puedo dar fe que los accesos a diversos lugares se han hecho muy difíciles a causa del alto precio que debe pagarse como turista y ya no como ciudadano de este país. Es el caso de la Reserva Conguillio, en donde los concesionarios de camping, lejos de preocuparse de la conservación, su imperativo es el de cobrar. A pesar de contar con personal para generar manejo de residuos o experiencias de acercamiento con la naturaleza, se remiten al servicio de cobranza, cuestión que hace pensar en cuantos lugares existen con este mismo espíritu de negocio, alejado del sentido principal de protección y difusión de la biodiversidad chilena.