No sólo escasez hídrica han provocado los monocultivos de pinos y eucaliptos, sino que han aumentado los riesgos de incendios en las zonas donde se emplazan. La primera razón es el alto consumo de agua de estos árboles plantados a corta distancia entre sí. Son unos 1600 árboles los que se plantan por hectárea. Estos terrenos, al perder gran cantidad de agua, pierden un regulador de temperatura propiciando la propagación de incendios.
Este factor se suma a las nulas medidas de resguardo que debería regir cualquier plantación forestal. Los cortafuegos que presentan paises como Canadá son de 1.6 kilómetros de ancho, pero en las plantaciones de nuestros territorios, éstos no son más anchos que lo suficiente para el tránsito de camiones que sacarán la madera.
También aumenta el riesgo la resina exudada por el pino radiata, contenedora de trementina. En una ficha de sustancias químicas de la UdeC, se consigna que la trementina se simboliza con una llama negra o blanca y con una leyenda que dice: “LÍQUIDO INFLAMABLE”. Los pinos que son expuestos al calor del verano o de un incendio cercano, son susceptibles a quemarse y propagarlo. Como señala Tomás Mosciatti, en Chile actualmente un 75% de las plantaciones son de pino y un 15% de eucalipto.
«Si usted a podido caminar bajo un bosque de pino o eucaliptos los desafío a encontrar una vertiente de agua, a que encuentre humedad, a que encuentre alguna vez pasto. Agua no van a encontrar jamás. ¿Sabía usted que un eucalipto consume cada día entre 20 a 40 litros de agua cada árbol?»
«Cada vez que las plantaciones de las forestales se acercan a zonas habitadas o donde están las instalaciones de agua rural, simplemente el agua se acaba. Acidifican además la tierra, ¿ha logrado alguien sembrar después de que se haya talado un bosque de pino o eucalipto? Jamás. Los bosques han traído mucha pobreza»
Con la Ley Forestal se subsidia con un 75% las plantaciones de Pinos y Eucaliptos, el Estado fijaba el valor de cuanto costaba plantar esos árboles, y era un valor alto. De manera que muchos plantaban y aún así quedaban con plata en el bolsillo. Fue tal el impacto de estos regalos que comenzaron a exterminar le bosque nativo. Cuando no era posible cortarlo, muchos lo que hacían era incendiarlo.