En una columna para los excrementos de La Tercera, el rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, Andrés Benítez, el mismo que es un declarado Piñerista, está en contra de la Reforma Educacional y opina que al darle becas a los alumnos estos bajan su rendimiento, nos entregó una serie de coquetos «tips» para ser un buen ejecutivo. Entre ellos, leer novelas y no gastar dinero en helicópteros, algo muy de roto. Parte de la columna señala:
«Son exitosos, rápidos para hacer negocios, generan empleos y ganan plata. Pero, al mismo tiempo, para el común de la gente, se trata de personajes más bien grises y un tanto fríos. Son poco interesantes”, es el comentario más recurrente. Descansan demasiado en el poder del dinero -que no es menor-, pero de ahí no salen. Por eso, hoy a los ejecutivos y hombres de negocios que se quieren destacar no les basta con seguir el camino típico: más poder, más dinero, más empresas. Por el contrario, tienen que abrirse hacia otras cosas que complementen su labor principal. Que los haga más atractivos e interesantes
«Una de las ventajas de los ejecutivos es que pueden ir a países y ciudades muy activas culturalmente. El problema es que en estos viajes sólo tienen en la agenda reuniones y comidas de negocios, y dejan cero espacio para otras experiencias. En Nueva York saben mucho de Wall Street, pero poco del MoMA o de Jeff Koons en el Whitney Museum»
«Dicen que no les gusta leer, pero devoran la prensa económica y la sagrada revista The Economist. Bueno, la idea de ampliar el registro y los temas parte también por diversificar las lecturas. Y si bien la lógica diría que hay que empezar por los libros de no ficción, mi recomendación es hacerlo por las novelas«
«Demás está decir que el interés que despierta una persona también empieza por afuera. En esto, los ejecutivos tienen demasiados pasivos. Impresiona la cantidad de recursos que destinan a juguetes -relojes, autos y ahora hasta helicópteros- y lo casi nada que gastan en vestirse bien. En esto, la cosa va al revés. Los abuelos eran mucho más distinguidos y preocupados que los hijos y nietos. Con sus trajes de tres piezas hechos a la medida, sus elegantes abrigos y perfectos zapatos, eran un ejemplo del buen gusto»
«Lo peor en esto es la moda informal, que ha afeado aún más el look de los ejecutivos, quienes han abandonado el quizás demasiado formal, pero siempre digno, uniforme chaqueta azul/pantalón gris, por un festival de “dockers”, combinados con zapatos semizapatillas, muy poco sentador. En fin, muchas cosas buenas ha traído la modernidad al mundo de la empresa, pero en el buen vestir es un retroceso. Volver a la tradición sería un aporte»
CHILE MERECE SER DESTRUIDO EN UN TERREMOTO, EN SERIO.