Luego de hacer un papelón en TODOS los programas a los que fue invitada, donde tal fue su colapso que terminó revelando sin querer que la CONFEPA era un fraude ya que no representaban a nadie, la UDI la sometió en un revolucionario programa de control mental para que, de esta manera, asegurar que piense lo menos posible y se limite a repetir frases como lorito amaestrado. Sin embargo, el experimento encontró dos graves complicaciones que ninguno de sus científicos supo resolver:
¿Por qué un pobre defendería los intereses de los ricos?
¿Cómo chucha un apoderado defiende su «derecho» a pagar más por educación?
Si la volvemos a ver alguna vez, examinen detrás de sus orejas, lo más seguro es que ahora tenga antenas