Todo fue parte de un maquiavélico plan creado por los agentes científicos más preparados de la Dictadura de Pinochet, quienes financiados por la CIA, reclutaron a 18.527 hombres con graves trastornos de personalidad, los que fueron sometidos a un revolucionario programa de lavado de cerebros, con el objetivo de difundir de manera efectiva las ideas fascistas de la ultraderecha.
Es por esta razón, que a cada persona que suben a sus taxis ellos a los segundos están diciendo que los militares salvaron a Chile, que las marchas son malas, que los estudiantes son flojos, que los pobres son pobres porque quieren, que hace falta otro Golpe de Estado y que Radio Agricultura es la mejor radio que existe en todo el universo. Cabe mencionar, que algunos de los efectos secundarios que sufrieron incluyen: La irritabilidad extrema, una obsesión compulsiva por modificar los taxímetros para subir el valor de la carrera a extremos absurdos y una peligrosa adicción a la cocaína.
Otra teoría, hasta ahora sin sustento racional alguno, habla de que los taxistas son casi todos fachos ya que la mayoría de ellos son militares y carabineros jubilados (o dados de baja), que lo único que aprendieron en la vida fue a manejar y se compran un auto con la plata del retiro. Pero esa teoría nos parece un poco disparatada.