En medio del Caso Penta y el «creditazo» que recibió la señora del hijo de Bachelet de parte de Luksic, resulta curioso cómo los medios masivos han silenciado por completo lo que pasa en la localidad de Caimanes. (Más aún cuando tenemos a UDI y RN preocupados a tiempo completo de la «falta de democracia» en Venezuela). Estamos hablando de un pequeño pueblo que está luchando contra Luksic sólo para tener acceso a agua. Donde el multimillonario empresario, incluso está desobedenciendo un dictamen judicial.
Como no podía ser de otra forma, todo con la complicidad del Gobierno, (sus favores a Bachelet no son gratis), quien incluso le facilita a Carabineros para reprimir a cualquier intento de protesta. Recordémoslo nuevamente, sólo para hacere cumplir la justicia y tener agua limpia. El periodista Adolfo Garrido, realizó una crónica de lo que pasa en Caimanes para Ciper Chile. Parte del artículo señala:
Caimanes. ¿Qué es eso? Pocos lo saben. Por eso fui junto a mi hija y unos amigos hasta allá: a Caimanes, un pueblo en la comuna de Los Vilos, provincia del Choapa, Cuarta Región. Lo que encontramos fue una comunidad a la que Minera Los Pelambres, del Grupo Luksic, dejó sin agua, como ya ha pasado tantas veces con este tipo de empresas o con las agroindustrias que compiten con las comunidades por el uso de este compuesto vital. Vemos que en Chile son demasiadas las veces que el gallito lo gana la empresa y lo pierde la gente, la que queda –literalmente– seca y defecando en bolsas de plástico. El problema adicional de las mineras es que cuando el agua se mezcla con ácido sulfúrico, ésta es irrecuperable de por vida (el ácido sulfúrico es uno de los compuestos químicos más corrosivos y tóxicos usados para romper la roca y sacar el mineral).
Caimanes es hoy una localidad que tiene agua contaminada e intomable, un tranque de relave que amenaza con derramarse sobre su par de miles de habitantes y que sufre la típica división social que producen estas empresas y sus equipos de intervención. Por supuesto, como pasa siempre, nada se ve del desarrollo y del trabajo que se promete cuando la mega empresa llega con sus camiones, luces, retroexcavadoras y esperanzas de plástico.
Dinero versus destrucción del ecosistema y la tranquilidad comunitaria: la gran disyuntiva o el espejismo con el que se hipnotiza a las poblaciones. Hay una horda de periodistas, sociólogos, antropólogos e ingenieros que han generado un manual o una rutina para meterse en una comunidad y fascinarla con un par de brillos o el tintineo de algunas monedas. Con eso logran enfrentar a hermanos contra hermanos, padres contra hijos o vecinos contra vecinos y, ya implantado el virus de la desconfianza y el miedo, el resto se hace solo.
¿Cuánto aguantarán bebiendo agua envasada –los que pueden– o exponiéndose a graves enfermedades –los que no pueden–? ¿Cuánto soportarán sabiendo que este lago de veneno se construyó justo en el cerro y sobre las fuentes subterráneas de agua que, probablemente, ya fueron contaminadas? ¿Cómo seguirán durmiendo, sabiendo que ellos y sus hijos pueden ser arrastrados por esa riada maldita cuando el cerro que está sobre sus cabezas ceda por algún terremoto?
Pensemos: si el pueblo de Caimanes no hubiera estado emplazado allí, Luksic y sus intereses no habrían tenido una sola dificultad para plantar un tranque de relaves encima de las fuentes hídricas de esa zona, cortar sus cursos de agua dulce y llenar de ácido todo lo que hubiera querido. Todo sin que nadie se hubiera enterado, porque ni siquiera ese humilde y ensombrecido pueblo hubiera levantado su hilo de voz. Eso está pasando en el mar, en el desierto, en las montañas y en muchas otras lejanías donde nadie lo ve aún.