Un artículo de la revista Capital, reveló el coqueto mundo de la aviación civil de los los millonarios chilenos. Un mundo inimaginable para los pobres roteques que andamos en Transantiago, pero algo cada vez más común para ellos, acostumbrados a una vida de lujo gracias a especulacion, a la evasión de impuestos, sobornos a políticos y a la apropiación de lo que producen los trabajadores. Todo esto recordemos, gracias a las privatizaciones de Pinochet, que fue cuando la elite chilena se enriqueció. Parte del artículo señala:
«De las 1.040 aeronaves de uso particular que hay en Chile, 703 pertenecen a alguna persona o empresa y 131 están destinadas únicamente al transporte de empresarios, ejecutivos y sus familiares. Un mercado que crece y se sofistica cada vez más. Hoy lo que se lleva es presumir de tener avión privado. Ciento treinta y un chilenos, entre multimillonarios, millonarios y no tanto tienen avión o helicóptero privado. Algunos los compran para moverse entre las oficinas de sus empresas, otros por deporte, varios, para aprovechar las ventajas de desplazarse rápidamente y no falta el que hizo la inversión porque se cansó de tener solamente vehículos de cuatro ruedas.
Y aunque nadie quiere hablar de un “boom” de la aviación civil, lo cierto es que el inusual número de aviones y helicópteros que se vio este verano en las playas y lagos de Chile llamó la atención. Hubo días punta en que desde todo Santiago se registraron hasta 100 despegues VIP. ¿Cómo tanto? Lo que pasa es que en total, en el país hay registradas 1.040 aeronaves privadas –937 aviones y 89 helicópteros– , pero la cifra incluye desde los aviones que apagan incendios forestales hasta las 131 aeronaves destinadas únicamente a transportar personas, según los datos de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), al 25 de febrero.
Atrás parecen quedar los años en que era casi toda una novedad ver a los Cueto de Lan bajar de su helicóptero para almorzar en Zapallar, a Sebastián Piñera y su amigo Andrés Navarro (Sonda) aterrizar por los campos del sur o al mismísimo Horst Paulmann buscar nuevos terrenos para Censosud desde el aire. En los dos últimos años, el número de chilenos con avión ha crecido más del 20%. Y la calidad de las aeronaves también ha mejorado. Si hasta principios de la década reinaban los aviones más pequeños y livianos, con capacidad para no más de cuatros pasajeros, en los últimos años varios vehículos de alto estándar y lujo interior han aterrizado en las pistas nacionales.
En el mundo de los aviones casi todo se expresa en dólares y hay que recurrir constantemente a especialistas para todo tipo de arreglos. Los costos varían de un modelo a otro, pero por lo general fluctúan entre mil y dos mil quinientos dólares por hora de mantenimiento. A eso hay que sumarle el piloto, que puede implicar el menos unos 800 mil pesos mensuales y una tasa por pasajero cada vez que se aterriza o despega, más los costos de los FBO (terminales) que son empresas que atienden al piloto y los pasajeros, hacen los trámites de ingreso, se encargan del combustible y generalmente operan salones vip. Otro gasto fijo es el del hangar, que va desde los 400 mil pesos hasta los 8 millones de pesos, si se incluyen la mantención y limpieza.
El combustible eso sí no es problema. Los aviones más grandes (con turbina) usan jet fuel que es como parafina y los más pequeños bencina de 100 o 130 octanos. El litro vale casi lo mismo que la popular gasolina de 95 octanos, cerca de mil pesos. Antes, eso sí, era más barato porque estaba subsidiado. La matrícula o certificación cuesta unos 150 mil pesos anuales para un avión pequeño. Por ejemplo en un vuelo Santiago-Concepción, un 550 Citattion II debe pagar 30.678 pesos por concepto de tasas y un Beech (200) paga una tasa anual de 559.935 pesos, que le da derecho a volar todos los días a cualquier destino.
BUENO, LO IMPORTANTE ES QUE CHILE CREZCA, SEGURO QUE EL CRECIMIENTO DEL PAÍS NOS SIRVE A TODOS…