Las plantaciones de pinos y eucaliptos no son bosques, son sistemas artificiales creados y sostenidos por el hombre, destinados a producir sólo una parte de sí mismos: el tronco de los árboles de una de estas especies. Los árboles también son miembros fundamentales de un bosque natural, sin embargo, sólo son una pequeña fracción de toda la estructura que se necesita para su funcionamiento: Muchas otras plantas y animales, hongos, microorganismos, suelo, agua y clima. La función de un bosque natural no es producir árboles, sino sostenerse en conjunto y auto-regularse.
Los bosques, además, forman parte del paisaje natural de una determinada región, en el cual coexisten con otros ambientes naturales — pastizales, esteros, lagunas — y también con gente adaptada a vivir en este paisaje, cuya identidad, tradiciones y posibilidades de desarrollo económico dependen de la existencia de este paisaje natural sano y diverso.
Los monocultivos reemplazan totalmente este rico paisaje natural y expulsan a los pobladores locales a las ciudades o a regiones vecinas. Las culturas y tradiciones locales se van perdiendo dentro de una nueva sociedad dominada por personas foráneas — los administradores, técnicos e ingenieros de la industria forestal – que tienen valores y costumbres diferentes. Estas plantaciones ni siquiera se instalan para abastecer de madera a las comunidades locales ni de la región. Los habitantes de las regiones afectadas por estas plantaciones tienen todo esto muy claro y a partir de su propia experiencia las describen como “desiertos verdes”, “árboles venenosos”, o “jaulas de pinos”.
“Desde que los árboles son plantados hasta que se procesa la madera o la celulosa, el modelo forestal tiene muchos atributos. Destruye ecosistemas y biodiversidad, degrada suelos y fuentes de agua, envenena la tierra y los arroyos, expulsa a pobladores, convierte pueblos pujantes en sitios miserables, y puede contribuir al calentamiento global y el cambio climático. Además genera trabajo precario y quebranta la salud pública. Y hace todo esto habiendo prometido el desarrollo regional. Es cierto que la industrialización genera un beneficio económico a corto plazo. Pero este lucro se obtiene sacrificando la esperanza de una economía sustentable, una economía fundada sobre la dignidad de los que aún no nacieron.”
LOS MONOCULTIVOS
Lo único que tienen en común las plantaciones forestales (monocultivos) y los bosques es que en ambos predominan los árboles. En base a esta única coincidencia, es que mucha gente cree que si los bosques son social y ambientalmente beneficiosos, entonces las plantaciones de monocultivos también lo son. Pensar que el principal problema del modelo forestal es la contaminación que produce una pastera, es una ingenuidad que oculta el ciclo completo de su destrucción.
Algunas personas piensan que las fábricas humeantes son feas, pero ven las forestaciones como algo positivo. Todo aquel que encuentra belleza en millones de pinos alineados debe observar lo que queda luego de una tala rasa. Allí se expresa el modelo forestal en su cruel dimensión: el paisaje devastado y sin vida. Un cementerio de ramas y troncos. Es la finalidad del cultivo, la imagen que persigue la industria, la primera etapa de una línea de producción que genera ganancias a costa de la sociedad y el ambiente. Todo cultivo forestal es el paso previo a una tala rasa. Y ésta es el paso previo a una industria contaminante. Y ésta es el paso previo a toneladas diarias de papel y cartón echadas a la basura a miles de kilómetros.
Este documental fue grabado entre 2009 y 2011 en las provincias argentinas de Misiones y Corrientes, uno de los polos forestales más pujantes de Latinoamérica, con el fin de mostrar que cuando hablamos de plantaciones forestales, los árboles matan.
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