La Cámara de Diputados aprobó por unanimidad (100 votos a favor y tres abstenciones), el proyecto para establecer una nueva política de fomento a la natalidad, según explican, «debido a su preocupación por el decreciente número de nacimientos en el país». La iniciativa solicita contemplar la situación demográfica del país, asumiendo que el mínimo de natalidad requerido es de 2,1 hijos promedio por mujer.
El documento fue presentado por los diputados DC Fuad Chaín, Ricardo Rincón e Iván Flores, los UDI: Marisol Turres y Juan Antonio Coloma, y por el diputado socialista, Osvaldo Andrade. Los legisladores afirmaron que «desarrollar políticas de natalidad resulta fundamental para nuestro país», ya que los niveles de fecundidad se encuentran bajo la tasa de recambio para tener generaciones de reemplazo, lo que nos ubica entre los países de menor natalidad en el continente.
Reflexionemos:
1) La mitad de los chilenos gana menos de 300 mil pesos. Para peor, ni siquiera tenemos garantizados derechos básicos como lo son la salud y la educación. ¿Y aún así quieren que tengamos más hijos?
2) La centralización del país es brutal. Donde además de no existir ninguna política que enfrente este problema, siguen construyendo viviendas básicas en la periferia de Santiago. Casas por supuesto, de tamaño miserable.
3) La tecnología ha permitido la automatización de numerosos trabajos, produciendo, de manera lógica, un gran número de cesantes que son inherentes al sistema. ¿Y aún así quieren que los chilenos tengan más hijos?
4) El poder, de los cuales los políticos nos son más que sus voceros, no sólo necesitan mano de obra, necesitan mano de obra lo más barata posible. Y es que mientras más personas se tengan que pelear por un puesto de trabajo, más precarias pueden ser las condiciones del mismo. Ni hablar del factor del control social. Tener a la población ocupada de sobrevivir mes a mes es mucho más funcional que tenerlos cuestionando la manera en la que ellos se enriquecen. Necesitan gente pobre, y mientras más pobres sean, mejor.