Con la Copa América Chile 2015 casi encima, surgen muchos cuestionamientos respecto de la función del fútbol para hacer olvidar conflictos sociales que están sucediendo en nuestro país en estos momentos. Para hacer este análisis, primero que nada debemos mirarnos a nosotros mismos, como consumidores de espectáculos por TV.
La Copa América es un espectáculo dirigido a los televidentes, la proporción de personas que lo ven por televisión versus los que –tienen la capacidad económica o de endeudamiento- la verán en el estadio es abismante. Una verdad inicial es que este espectáculo podría ser en cualquier país del mundo y su resultado no sería mayormente distinto: inversiones millonarias en estadios renovados, asistentes endeudados o altísimos costos por comida al interior de los recintos.
Ahora, cuando se habla de opio, se habla de una droga con la capacidad de hacernos olvidar problemas de manera momentánea. En un primer instante eso suena bastante victimizante hacia nosotros mismos, pobres borregos sin intención de elección. La verdad es que en este programa de TV que dura un mes, tenemos la capacidad de cambiar de canal y simplemente pasar por alto el fenómeno futbolero que, por un mes, se toma nuestro país.
Si levantamos una pancarta o gritamos que el fútbol es el opio del pueblo, olvidamos que en muchas partes de nuestro propio pueblo el fútbol es una preocupación bastante alejada. En EE.UU el fútbol está relegado en importancia por sobre la caza de osos en los bosques, en Venezuela por el beisbol, en nuestro propio país y en algunas ciudades queda en segundo lugar en relación al basketball o el canotaje. Decir que el fútbol es el opio de todo el pueblo es centralista o en palabras simples: mirarnos el ombligo.
La Copa América Chile 2015 sólo dura un mes, luego vendrá la Champions League, Eliminatorias, Copa Europa y un largo etcétera de opios. Creo que es mucho más importante que apuntarnos con el dedo entre no futboleros y futboleros, el hecho de buscar soluciones. De nada sirve renegar del origen popular del fútbol en Latinoamérica, en donde a principios del siglo XX se unieron a través de bibliotecas en la fundación de equipos de fútbol, de ahí nacieron Libertarios Unidos (actual Colegiales), Libertad de Salta, Chacarita Juniors, Martires de Chicago (actual Argentinos Juniors).
No creo en la existencia de un opio que nos haga callar como sociedad, al menos no en estos tiempos. De existir algún tipo de droga social que nos haga olvidar cosas, esta sería sin duda el sistema educativo; culpable de que confundamos una y otra vez los significantes con los significados, a los culpables con nuestros hermanos, a los mal llamados opios con manifestaciones culturales, a intelectualoides con futboleros o deportivos. Hacia allá deberían apostar nuestros intentos de culpabilidad, hacia educarnos de la mejor manera posible.
Finalmente y a modo de broma, si de algo podemos culpar como opio de ese otro pueblo que no consume fútbol, serían las series gringas tan de moda por hoy y que otorgan ese efecto alucinógeno de una falsa superioridad moral, del mirar por encima del otro al simio futbolero.