Hay de hecho una explicación sistémica a las causas del desempleo. El paro masivo es tan antiguo como el propio capitalismo. Antes de la revolución industrial, éste era casi inexistente, por lo general producto del hambre o de la guerra; pero una vez los campesinos comenzaron a ser expulsados de la tierra, en las fábricas, el desempleo comenzó a convertirse en una característica endémica del sistema. Períodos de rápido crecimiento de la producción, con índices de paro cayendo hasta el 2%, mezclados con fases de caída de la producción, con el desempleo aumentando hasta un 10%, han sido las dinámicas históricas del capitalismo. Ejemplos no faltan: el boom de posguerra en occidente dio lugar a un aumento de las condiciones de vida de las personas trabajadoras y unos niveles relativamente bajos de desempleo, pero llegó a un abrupto final con la crisis económica de la década de los 70.
El desempleo forma parte del proceso histórico de la acumulación capitalista. La lógica del sistema exige que los capitalistas compitan entre ellos, una mayor competitividad les concede mayor estabilidad y supervivencia dentro del sistema. El fin de cada capitalista individual es por tanto aumentar su tasa de beneficios para así mejorar su competitividad. La introducción de tecnología que permita producir más con menos personas es una de las formas de llegar a este fin; pero también el aumento de las horas laborales, la reducción de salarios o el aumento de la intensidad del trabajo. Esta realidad explica cómo el objetivo del capitalista no es conseguir la distribución del trabajo y el aumento de la calidad de vida de las personas que trabajan, sino conseguir el máximo beneficio con el menor gasto laboral posible, bien sea reduciendo el número de personas empleadas o empeorando sus condiciones laborales.
Épocas de crisis como la actual, donde las empresas con menos beneficios entran en quiebra y los despidos masivos aumentan, profundizando así aún más la crisis, son y han sido históricamente aprovechados para empeorar la situación laboral y eliminar derechos conseguidos. Como Marx afirmó, «la condena de una parte de la clase obrera a la inactividad impuesta por el exceso de trabajo de la otra parte se convierte en un medio de enriquecimiento de los capitalistas individuales.» El desempleo es pues una forma de enriquecimiento capitalista, no un problema individual.
Otro papel fundamental que juega el desempleo dentro del sistema es la inactivación de la clase trabajadora a través del miedo y la división. El garantizar la existencia de un grupo con peores condiciones de vida debido a la falta de trabajo beneficia a los capitalistas. Las personas trabajadoras se ven forzadas, bajo el miedo al desempleo y sus consecuencias, a aceptar peores condiciones laborales y las personas paradas son estigmatizadas como vagas, perezosas o inútiles.
Con esta estigmatización, la clase dominante aplica el clásico «divide y vencerás», utilizando como chivo expiatorio a la persona parada. Pero, como hemos visto, la situación laboral no es culpa ni de estas ni de la persona migrada sino resultado del propio sistema y fundamental para su mantenimiento. Evitar los recortes en las ayudas por desempleo, así como exigir la reducción de la jornada laboral como forma de distribución del trabajo, son luchas necesarias tanto para la población parada como para la no parada. La victoria de estas supone la reducción de los beneficios capitalistas, por un lado, y la mejora de la calidad de vida de toda la clase trabajadora por otro, esté o no en situación de desempleo. Ante un mismo objetivo, una misma lucha.
Las manipulación de las cifras de desempleo
La tentación demagógica en la que caen siempre los partidos políticos que se turnan cómodamente en el poder del Estado es doble:
1) Por parte del gobierno: La tendencia a atribuirse los buenos resultados del empleo como mérito propio, y a despachar los malos datos de la misma variable como culpa de factores externos o exógenos, atribuibles a las causas más peregrinas (crisis internacionales, etc.);
2) Por parte de la oposición: La tendencia a hacer exactamente lo contrario. Explicar la bonanza del empleo como fruto de la “suerte” de una buena coyuntura internacional, mientras se achaca a la torpeza de la política económica del gobierno la responsabilidad de los malos resultados.
Ambas posiciones son igualmente erróneas, y su error se debe a las razones explicadas más arriba. Es la acumulación de capital la que genera el movimiento del empleo y el desempleo, y dicha acumulación no entiende de gobiernos ni de políticas económicas, siempre que se trate de gobiernos y políticas económicas que no pongan en entredicho el funcionamiento de la economía capitalista.
El desempleo es una necesidad para la producción capitalista
Los economistas y otros apologistas del capitalismo hablan del desempleo como algo que siempre ha existido, en todas las sociedades y en cada época. Pero esto no es verdad. En sociedades clasistas anteriores, la esclavitud antigua y el feudalismo, no había desempleo. ¿Cómo se puede mantener un esclavo desempleado? Está claro que el esclavista, habiendo comprado el esclavo y su poder de trabajo de por vida, perdería producción si el esclavo estuviera desocupado, incapaz de producir sus medios de subsistencia y un plusproducto para su dueño. Similarmente, los señores feudales perderían riquezas si una parte de sus siervos estuvieran desempleados por algún tiempo.
Los desempleados sirven otra función crucial para el capitalismo — la supresión de las demandas de los obreros por mejores salarios. Durante los periodos de producción intensiva, la existencia de una gran masa de desempleados disponibles para trabajar limita los aumentos de salarios que los obreros pueden lograr. Si la presión por aumentos salariales se convierte en algo muy grande, los capitalistas buscarán alguna nueva maquinaria o tecnología que le permitiría a ellos tirar más obreros a la calle.
El objetivo de la producción capitalista es la acumulación de riquezas en las manos de los empleadores. A esto le llamamos aumento de capital. Dicho de otra manera, el crecimiento del capital es la expansión de los medios de producción disponibles para la explotación de los obreros. Esto trajo como consiguiente que una parte de las ganancias producidas por los obreros se le añada al capital original para el aumento de la producción. Este es comúnmente llamado reinversión. Nuevas fábricas son construidas, nuevas maquinas son compradas y más obreros son empleados. Esto por si solo conlleva al aumento de empleo.
Parte de la «libertad» del obrero asalariado bajo el capitalismo es que él es libre de vender su fuerza de trabajo a cualquier capitalista «amo» que lo emplee. Si el obrero no encuentra trabajo, el capitalista no esta obligado a proveerle una parte de los medios de su subsistencia, previamente creados por los obreros, que lo aguante hasta que consiga otro trabajo. En otras palabras, el esclavo asalariado es libre de morirse de hambre si no consigue trabajo.