Resucitando correos conocidos
Los correos electrónicos entre el Partido Comunista y la FARC, son los mismos que salieron a la luz en el año 2008, los mismos que la justicia colombiana además desestimó por falsos. En su tiempo también fueron utilizados por UDI y RN para generar cierto ruido, pero no pasó a mayores debido a que de terrorismo no tienen nada. Como mencionó el director de la ANI en aquel tiempo: «La mera relación con las FARC no es un delito». Estos contactos son parte de la estrategia de la FARC para buscar apoyo político que les permita acceder a acuerdos de paz, donde decenas de organizaciones de múltiples países fueron contactadas. Sin ir más lejos, con Suiza tienen una comunicación aún más cercana, y como podemos suponer, están lejos de ser «terroristas».
La fracasada asociación mapuche con el terrorismo
El intento por asociar a los Mapuche con el terrorismo es histórico, esfuerzos donde destaca especialmente el Senador de RN y anti-mapuche declarado Alberto Espina. Pero jamás han podido probar nada ya que estas conexiones terroristas, simplemente no existen. Basta recordar el cable de Wikileaks que reveló que la Concertación, a través de Edmundo Perez-Yoma, pidió ayuda al FBI para buscar conexiones terroristas de los Mapuche sin resultados, resaltando incluso la complicidad de los medios de comunicación:
Edmundo Pérez Yoma, ministro del Interior del último Gobierno de Michelle Bachelet, transmitió a Estados Unidos su preocupación por el «problema mapuche» y le pidió apoyo «de inteligencia» para seguir de cerca su posible radicalización, sus eventuales contactos con grupos terroristas extranjeros, como las FARC colombianas o ETA, y para «seguir el dinero» que les pudiera llegar.
La conversación se produjo en 2008, a poco de tomar posesión el ministro, y cuando ya se habían registrado algunos incidentes entre grupos mapuches, fuerzas del orden, propietarios de tierras reclamadas por la comunidad indígena y empresas españolas, como Endesa, implicadas en la construcción de presas hidroeléctricas en territorio mapuche. «El consejero legal le explica que el FBI ya está coordinado con los Carabineros para ayudarles a localizar la llegada de esos posibles contactos», asegura un telegrama de la embajada.
Los sucesivos despachos enviados a Washington, a lo largo de 2008 y 2009, indican, sin embargo, que todas las investigaciones les llevaron a la misma conclusión: la comunidad mapuche es abrumadoramente no violenta; «el problema ha sido magnificado por los medios»; quienes alegan que existen lazos entre los mapuches y organizaciones terroristas extranjeras «no han proporcionado pruebas de ello» y «los expertos del Gobierno califican esos contactos de mero ‘turismo de guerrilla».
Un detallado informe escrito en otoño de 2009, tras un viaje de varios días por el territorio en conflicto (que coincide con la muerte de un joven activista mapuche a manos de la policía chilena), recoge la opinión, bastante irónica, de los diplomáticos estadounidenses: «Un eventual observador de la cobertura informativa de la actualidad chilena podría pensar que violentos activistas mapuches, relacionados con las FARC y ETA, matan cada semana a inocentes civiles», se mofan. «El candidato presidencial de la oposición, Sebastián Piñera, ha declarado que la Araucaria arde en llamas. Los principales periódicos chilenos, que son generalmente conservadores, publican muy a menudo en primera página reportajes sobre este conflicto». Los diplomáticos ocultan a duras penas su indignación: «La destrucción de propiedades, que supone la inmensa mayoría de las acciones ilegales de los mapuches, se presenta frecuentemente a todo color con descarados titulares y a veces una cobertura muy superior a la que se da a crímenes mucho más graves cometidos por chilenos no indígenas».
Alberto Espina y Sebastián Piñera, socios de Álvaro Úribe
Un artículo de la Nación va más allá, y apunta directamente a los intentos del por entonces presidente colombiano, Álvaro Úribe, conocido por sus relaciones con narcotraficantes y guerrillas paramilitares, pero por sobretodo por ser el representante más avanzado de los intereses de Estados Unidos en latinoamerica, de convencer al resto de los países de que la FARC era un grupo terrorista y no beligerante. En el artículo se muestra la participación activa de Alberto Espina y Sebastián Piñera.
La estrategia del Presidente Uribe de convencer al resto de los países latinoamericanos de que las FARC son un grupo terrorista y no beligerante, está en desarrollo desde 2002, meses después del desplome de las Torres Gemelas. Y Espina fue el canal para traer a Chile la premisa del Gobierno de Uribe. Según fuentes de La Moneda, en varios foros internacionales Colombia ha insistido en modificar la denominación de la guerrilla, pero todos los países latinoamericanos se han negado a seguir el juego a Uribe, quien actúa de acuerdo a los lineamientos norteamericanos en materia de contrainsurgencia y apoya con financiamiento la política de seguridad nacional del Presidente colombiano.
Los objetivos
Los objetivos de este montaje de la ultraderecha chilena son dos y bastante obvios: Por una parte dejar de ser el foco de atención ante las decenas de casos de corrupción en los cuales han estado involucrados sus militantes. Y por otro lado evitar cualquier tipo de reformas (reformitas) trayendo a su lado a la DC. De hecho, de manera bastante torpe, no pasó ni un día y ya les pidieron que dejaran el Gobierno.
¿PC y la lucha armada?
El detalle más notable de este montaje comunicacional ni siquiera es resucitar correos de hace más de 6 años, es el absurdo que significa seguir asociando al Partido Comunista chileno con la lucha armada. Estamos hablando del partido político que en estos momentos son los mayores defensores de las reformas neoliberales que quiere llevar a cabo este gobierno. Reformas que recordemos, apenas alcanzan para «reformitas».
UDI, RN y la ultraderecha chilena deberían comprender que el país donde ellos vivieron (y usufructuaron por años) no existe más. La gente ya se dio cuenta de la increíble desigualdad, que tiene a la mitad ganando 300 mil pesos mientras una minoría se enriquece de manera grosera, en donde derechos como la educación y la salud no están garantizados.
Dentro de este contexto, las reformas (reformitas) que promueve el PC, son por lejos lo mejor para ellos. Y lejos continuar difamándolos, deberían apoyar el reformismo Concertacionista de «en la medida de lo posible». Y es que el país que ellos quieren, sin ningún tipo de cambio, a estas alturas no es viable.