Texto adapatado del Diario Siglo 21
basado en el Documental de Naomi Klein «Doctrina de Shock»
El miedo paraliza, bloqueando la inteligencia de quien lo sufre, desorientándolo y produciendo una regresión a un estado mental primitivo. Si este estado de shock se mantiene en el tiempo, el individuo no sólo experimenta una regresión mental, a la vez que se mantiene su desorientación y la anulación de su inteligencia, sino que, además, se pueden implementar en el individuo variaciones irreversibles en su personalidad que, en cierta medida, puede manejar quien lo produce.
El electro-shock es una técnica usada en psiquiatría para revertir estados mentales anormales, pero desarrollada también como técnica de interrogatorio y tortura por parte de las potencias, como todo el mundo ha visto en las imágenes que llegan a nuestros receptores de televisión desde cualquier rincón del planeta donde haya conflictos, y la cual forma parte de los manuales de detención e interrogatorio de las llamadas potencias. Tanto la psicología como la psiquiatría y la sociología, así como todas las disciplinas del conocimiento, no sólo se aplican en beneficio de un individuo o para un mayor entendimiento del conjunto social, sino que a menudo -casi siempre- son herramientas desarrolladas por los poderes correspondientes para obtener un provecho de control y poder, que es decir de recursos.
¿Qué sueño hay más deseable para quien ansia el poder que contar con una legión de esclavos tal que ni siquiera sepan que son esclavos que trabajan gratuitamente para él?
Pues esto es, sencillamente, lo que está pasando en este momento y a un nivel global. Pandemias ficticias, guerras inventadas, atentados artificiosos, crisis inexplicables, escándalos absurdos e incluso catástrofes naturales, que acaso no lo sean, son las cortinas de shock y miedo tras las que se esconden las más oscuras maniobras del poder. El mundo, con mucho simplismo, está dividido entre señores –pocos y muy poderosos- y siervos –la gran masa social-. Obviamente, las necesidades y aspiraciones de unos y otros no tienen nada en común más allá de la supervivencia; los primeros lo quieren todo de todos, y los segundos se conforman nada más que con su supervivencia.
Desde que allá por el Quattrocento surgiera el Consejo de los 300, en que los hombres más ricos y poderosos del momento pactaran una total y recíproca impunidad aun en caso de guerra entre sus países, hasta hoy, distintos grupos y organizaciones han ido implantando las políticas que más convenían a sus intereses, tales como la Política del Miedo y la Doctrina del Shock, en ambos casos orientadas al control y manejo de las masas sociales en su provecho. El shock, el brutal impacto de un acto o una noticia en las mentes sociales, difundido y publicado por “casuales” presencias de los medios televisivos, no sólo son una excelente cortina que desvía la atención de otros actos sucesivos ya previstos, sino que el miedo consuetudinario faculta que esa mis masa social busque el amparo de quienes pueden mitigar su miedo, aunque quienes produjeron el shock y el pánico sean quienes los amparen.
Podríamos aquí describir paso a paso, por ejemplo, como el shock social producido por el atentado del 11S enmascaró con total impunidad la apropiación de los recursos de Iraq y Afganistán, fomentando el miedo social mediante la difusión de mensajes apocalípticos y aun de los bombardeos ¡por periodistas de los agresores! del mismo Bagdag, cómo el 11M produjo la reacción de un giro de 180º en la política española o cómo un terremoto como el de Haití ocultó la invasión de la isla, precisamente cuando se habían encontrado en ella ingentes reservas de petróleo y uranio 235 y 238.
Las crisis siempre son una falsa bandera, una mentira orquestada desde los más altos poderes. Obviamente la producen los ricos y los muy ricos, pero sólo ellos han sido beneficiados por las inconmensurables inyecciones de capital, y ellos son los que han aprovechado el shock social y el miedo a perder la forma de vida que tenía los ciudadanos para modificar legislaciones, aplicar reestructuraciones de los mercados laborales y recortar los derechos civiles, cosa que hubiera sido imposible sin una situación de shock. Pero, a continuación de implementar esta Doctrina del Shock, tan en la línea de ideas de Milton Friedman y su concepción de los mercados libres y/o globales, la sostenida Política del Miedo difundida desde los medios ha facultado no sólo que los recortes sociales y las pérdidas de derechos civiles hayan sido asumidas sin la oposición de sindicatos o de la misma masa social, sino que hoy se admite como un privilegio lo que ayer era un derecho inalienable: el trabajo, por ejemplo; un salario digno, sin ir más lejos; o la pérdida de la identidad y el poder nacional en beneficio de organizaciones supranacionales sometidas al poder oscuro, verbigracia.
No sólo han bloqueado la inteligencia de la masa con un shock artificial, consiguiendo que lo inmoral de ayer sea lo necesario de hoy, sino que han logrado que sea la misma masa social la que reclame reformas estructurales que benefician sólo y exclusivamente a los poderes que producido el shock y difundido el miedo, entretanto las herramientas de defensa de la masa han quedado anuladas. Lo único que puede oponerse tanto a la Doctrina del Shock como a la Política del Miedo que utiliza el poder para maniobrar con impunidad es la información y la calma, el presenciar los acontecimientos con la suficiente sangre fría como para que las capacidades intelectuales no se bloqueen, y tener la capacidad de análisis suficiente como para ver qué esconde un shock. Un nuevo paradigma de acción por parte del poder al que debe enfrentarse un nuevo paradigma de reacción.
ACÁ PARA VER EL DOCUMENTAL COMPLETO «LA DOCTRINA DEL SHOCK» DE NAOMI KLEIN