Más allá de burlarnos de la estupidez de Gustavo Hasbún, porque dejémoslo claro, acá no existen segundas lecturas, el tipo es efectivamente tonto, vale la pena reflexionar sobre que este burro, imbécil y todo, no sólo está ganando 20 millones de pesos al mes, cifra de dinero ridícula para la gran mayoría de los chilenos, si no que además, vota las leyes que nos afectan de manera directa. Donde para peor, lo único que hace como parlamentario es legislar en contra del pueblo, promover un fascismo que nada tiene que envidiar a la dictadura, y beneficiar a los empresarios, de los cuales además recibe millonarios sobornos, sin que el resto de nosotros, supuestamente más inteligentes que él, pueda hacer algo al respecto.
Los parlamentaristas dirán que «por eso hay que votar para sacarlos del Congreso», Daniel Farcas es PPD y no tiene muchas diferencias con Hasbún, el DC Jorge Sabag lo mismo, la lista es extensa. No es una cuestión de votar o no por ellos, ya con el actual sistema parlamentario, donde la minoría se encuentra obscenamente sobrerepresentada, Hasbún tiene una silla garantizada en el Parlamento robe lo que robe, diga lo que diga, voten los que voten. Sin ir más lejos, ahora se encuentra realizando una campaña para ser Senador por La Araucanía, (campaña ilegal y más encima con fondos públicos) y lo más seguro es que efectivamente salga Senador. Tan sólo le basta el voto de los latiundistas anti-mapuche para salir. Y a ellos les da lo mismo que Habún sea un bruto, corrupto y carente de moral, mientras defienda sus intereses y privilegios, votarán por él y hasta lo financiarán.
Hasbún, el tonto, que si no fuera político de la UDI habría muerto de hambre por su incapacidad, representa, de la manera más objetiva, la farsa de la democracia que nos venden. Un tipo sin mérito alguno, sin estudios (recordemos compró su título universitario), sin preparación, sin el mínimo cociente intelectual necesario para la responsabilidad que tiene, y ahí está, enriqueciéndose en el parlamento mientras nos caga a todos. Desde el poder nos hablan de meritocracia, nos hablan de competencia, y Hasbún ha llegado donde está con el único mérito de ser bueno chupándole el pico al poder, (recordemos su humillante whatsapp a Alberto Délano). Esto no es culpa de Hasbún, que sólo es el payaso más patético del circo, es culpa de nosotros por seguir jugando a este «juego» de la democracia que nos venden. El único «juego» en el mundo donde los «Hasbún» de una sociedad tienen tanto poder.