Tal como ya lo hicieran con las Farmacias Municipales y la Ley Longueira, luego de que en sólo 30 días los fondos A, B y C de las AFP perdieran todas las ganancias obtenidas el 2015, fiel a su tradición El Mercurio salió a defensa de la estafa de las AFP, asegurando que todo era culpa de la falta de competencia y que no se podía cuestionar el modelo ya que las AFP entregaban grandes pensiones, algo por cierto, totalmente falso y que ha sido desmentido en multitud de oportunidades. Parte de la editorial señala:
La situación se arrastra desde hace ya un tiempo: en doce meses el IPSA ha caído 6,7%, y más de 20% desde mayo de 2011. De ahí el consenso técnico en torno a la necesidad de dinamizar la competencia en este mercado fuertemente influenciado por las decisiones de inversión de las Administradoras de Fondos de Pensiones, mejorar la institucionalidad a través de una modernización de la Superintendencia de Valores y Seguros, y generar incentivos tributarios para promover la entrada de empresas que coticen en bolsa. La ausencia de iniciativas en estas líneas, sumada a la fuerte caída del cobre, los recientes casos de abusos y colusión, el diseño e implementación de improvisadas políticas económicas, y las pobres expectativas de crecimiento de corto y mediano plazo de la economía chilena, han afectado el interés de los inversionistas internacionales y domésticos en acciones locales.
Las consecuencias del magro desempeño del mercado accionario nacional e internacional han sido directas sobre los distintos fondos de pensiones chilenos. Según cifras de la Superintendencia de Pensiones, cuatro de los cinco fondos anotaron pérdidas en enero en relación con diciembre. El Fondo A rentó -6,02%, el B -3,91%, el C -2,05%, y el fondo D cayó 0,53%. Por su parte, el Fondo E subió solamente 0,71%. Esto ha generado natural preocupación, sobre todo en un contexto de desinformación que contamina la discusión en materia previsional. Pero más allá de los malos resultados de corto plazo de los fondos, que por cierto requieren atención, lo importante es mantener las perspectivas respecto de la rentabilidad real histórica del sistema.
En este sentido, vale la pena primero recordar que el objetivo del actual sistema de pensiones es múltiple. Por una parte, busca aumentar el valor esperado de las pensiones generadas por el ahorro individual, a través de un mejor ajuste de la relación riesgo-rentabilidad y el horizonte de inversión del afiliado, blindando además las cuentas individuales del natural apetito del Estado de utilizar estos recursos si fuere necesario (el caso argentino ilustra estos riesgos). Y a la fecha, el éxito es incuestionable: en promedio, para el período 1981-2014, la rentabilidad ha sido superior al 8% anual, cifra que casi dobla las expectativas existentes en los inicios del sistema. Y si bien los distintos fondos cerraron el 2015 con rentabilidades moderadas (A, 3,79%; B, 2,49%; C, 2,16%; D, 2,02%; y el E, 0,7%), estas sobrevivieron a las presiones de un escenario internacional extremadamente adverso. Existe consenso en cuanto a la necesidad de continuar modernizando nuestro sistema de pensiones. Pero el mal desempeño puntual de los distintos fondos no motiva tal agenda. Es de esperar que el comité de ministros a cargo de proponer iniciativas en esta materia sea inmune a los riesgos de improvisación y populismo que contaminan el debate en este ámbito. Eso permitiría abordar el tema previsional con una visión de largo plazo, evitando transformarlo en un punto de la campaña presidencial.
CHILE SEGUIRÁ SIENDO UNA VERGUENZA DE PAÍS HASTA QUE NO QUEMEMOS ESTE PASQUÍN DE MIERDA JUNTO CON AGUSTÍN EDWARDS ADENTRO
UN DIARIO QUE LLEVA MÁS DE 100 AÑOS MINTIENDO Y CAGANDO AL PUEBLO NO PUEDE EXISTIR