1) Los fachos chilenos (ultraderecha), agrupados políticamente en la UDI, RN, Evópoli y los empresarios, son los seres más estúpidos, imbéciles, ignorantes, reaccionarios y cobardes del planeta tierra. Sumado a que viven en su propia burbuja llena de privilegios, no tienen la más mínima idea de lo que sucede en el mundo real. Es más, la gran mayoría ni siquiera conoce lo que significa ser marxista o comunista.
2) Muchos dirán: ¿Seguro que son tan tontos si pese a que son minoría controlan toda la economía y su pensamiento es el que aún manda en el país? Si son tontos, que se hayan enriquecido y obtenido su estatus gracias a la dictadura de Pinochet no los hace inteligentes. Es cuestión de ver que hablan de emprendimiento y no emprenden nada, sólo se dedican a especular con el dinero que ya tienen y a seguir robando y estafando gracias a las leyes que aún los favorecen por gentileza de la Concertación. O contemplemos los «argumentos» que utilizan para defender sus posturas, parecen mucho más rutinas de humor que cualquier otra cosa.
3) Las Reformas de Bachelet, como ha quedado demostrado, están lejos de ser las reformas estructurales que prometió cuando era candidata. Son apenas cambios mínimos que siempre terminan por favorecer a los empresarios. La más evidente es la Reforma Laboral que ahora incluso no eliminará el reemplazo de trabajadores en huelga. Todo esto agravado considerando que son mayoría en el Congreso, pidieron que votaran por ellos y siguen legislando IGUAL a la UDI. El chiste está en que muchos siguen vendiendo a Bachelet como una salvadora y que sus reformas son estucturales.
4) ¿Por qué llora la ultraderecha entonces? Claramente algunos saben que las reformas los benefician, pero como se acostumbraron a enriquecerse robando, jamás querrán dejar de ganar aunque sea un peso menos. Tener que competir les aterra, por eso no quieren disminuir lo más mínimo la desigualdad. ¿Los que dicen que Bachelet es marxista-terrorista de las FARC? Una tropa de enfermitos endogámicos de ignorancia supina que no tienen la más mínima idea de la realidad. Tal como la bruta de la señora que ilustra esta editorial.