En el contexto del proyecto presentado por el Gobierno para despenalizar el aborto bajo 3 causales, (riesgo de vida de la madre, inviabilidad del feto y violación), podríamos definir que la burguesía en Chile, entendida como la clase alta reaccionaria que disfruta todos los privilegios sociales y económicos del Capitalismo, se opone a su despenalización, a grandes rasgos, por 3 motivos:
1) Fanáticos religiosos que odian a las mujeres
Pese a que estamos en el año 2017, de manera increíble, aún queda mucha gente que cree en amigos imaginarios. Esto no tendría nada malo si no molestaran a nadie, pero en su absurdo, quieren obligarnos al resto a hacernos creer que su amigo imaginario existe y que debemos vivir según su particular código moral, donde la mujer no tiene derechos y tampoco es dueña de su cuerpo. Pensamiento que está directamente relacionado con mantener las jerarquías establecidas, ya que dificultar el acceso al aborto es una forma de asegurar el sistema, por eso la clase alta ve a las mujeres como simples fábricas de trabajadores.
Por eso es que mientras se declaran «Pro Vida» por defender cigotos, son los mismos que una vez que nazcan harán todo lo posible para que lleve una vida lo más miserable posible. No le garantizarán el derecho a educación, tampoco a la salud, y mucho menos le darán oportunidades laborales. Ah, y si delinque querrán que se seque en la cárcel. Todo muy católico. (Recordemos al patético grupo de señoras cuicas que se pagaron un viaje al Vaticano para protestar contra el aborto)
2) No perder mano de obra barata
Mientras más pobres existan, más dinero acumula la elite. Mientras más personas estén compitiendo por un mismo puesto de trabajo, ese puesto de trabajo puede ser cada vez más precario, ya que con tanta demanda siempre habrá alguien que por hambre, terminará aceptando esas deplorables condiciones laborales. De hecho, el diputado de la UDI Enrique Van Rysselberghe, de manera bastante torpe, reconoció su procupación al respecto.
3) Tener más oferta de niñitos para violar
Es duro decirlo, pero alguien tiene que hacerlo. Dado lo increíblemente pedófilos que son los sacerdotes en Chile, es lógico pensar que la Iglesia chilena hará todo lo posible por garantizar que la oferta de niños pobres a los que abusar no disminuya. De hecho, por algo la iglesia chilena, autodenominada «Pro Vida», acaba de declarar inocente a un sacerdote condenado por abuso de menores.