Por Matilde Abril
Hay personas que desvalorizan la actual lucha feminista y antipatriarcal porque no peleamos, por ejemplo, por el derecho a voto como en el siglo pasado, si no que luchamos para que no nos sigan matando. Es grave, que a estas alturas, aún sigan bromenado con el «que se vayan las feminazis» «que vuelva el patriarcado” «tienen arena en la vagina», cuando al final de cada acto repudiable contra las mujeres, siempre y de forma unánime, según la mayoría somos nosotras las culpables.
La lucha feminista no es para no depilarse, eso ni siquiera es parte de la discusión ya que es decisión de cada una. En pleno año 2016, una mujer no puede salir tranquila con short y polera aunque hagan 30 grados de calor, porque existen personas que no evolucionaron y no pueden controlarse. Porque aunque salga en pelota a la calle, viaje sola, se maquille, use vestido, no significa que tengamos que aguantar «piropos» que nadie les pidió. No es ser cuática, no es «porque nos falte pico». El acoso callejero da vergüenza, no corresponde, no se hace.
No está pasado de moda, se trata de no ignorar una realidad que sucede todos los días. ¿Por qué dos mujeres no pueden andar solas? Son dos mujeres, no están solas, no necesitan de un hombre que las proteja de otros hombres. Lo sucedido con las mujeres de Argentina asesinadas en Ecuador es un ejemplo de esto. Sólo en la semana pasada: Una niña de 17 años fue apareció enterrada en el patio de su liceo en El Bosque, una mujer fue asesinada a martillazos por su pareja en Quillón, una niña de 6 años fue violada por su primo en Puerto Montt y una mujer terminó quemada en Chiguayante en un femicidio frustrado. Pero claro, el feminismo es el que «exagera».
Ni hablar de la impotencia que genera leer y darse cuenta que después de muertas, la sociedad completa las culpa a ellas por lo sucedido. Por arriesgadas, por confiarse, porque «andaban en malos pasos». Porque sin dudas, no se hablaría de esto si hubieran sido hombres. Eso es violencia machista, existe y nos ataca a todas; seamos niñas, jóvenes o adultas. Aunque para muchos sean palabras manoseadas por las “feminazis”, no nos libramos, ninguna mujer se libra.