Es común, entre los admiradores de la Dictadura Cívico-Militar de Pinochet, o mejor dicho, los que se beneficiaron con el desfalco al Estado realizado durante esos 17 años, hablar sobre las maravillas de la economía chilena de aquel tiempo. Y es que, con todos los medios a su disposición, es fácil crear mentiras para beneficio propio y, de paso, justificar los años más negros en la historia del país. Pero los datos duros, las cifras, que tanto le gustan a los economistas de ultraderecha, señalan una cosa muy distinta al supuesto «milagro económico de la Dictadura» del que tanto hablan y defienden. Todas estas cifras, por supuesto, tomando en cuenta lo que significa «crecimiento» para la burguesía, incrementar su capital a costa del pueblo aumentando cada vez más la desigualdad social. (Razón principal de la crisis social que tenemos ahora). Un artículo de La Nación expone la verdad.
Las características propias de la transición política en Chile han permitido que sobrevivan a la muerte de Pinochet una serie de mitos: uno de los más relevantes es creer que el modelo económico exitoso heredado de la dictadura es lo que le ha permitido al país alcanzar las tasas de crecimiento récord y, sobre todo, la estabilidad macroeconómica. En los círculos empresariales, incluso entre muchos de los inversionistas extranjeros, predomina la idea de que los chilenos «le debemos» a Pinochet el éxito económico del país. La contrarrespuesta a esta afirmación ha sido generalmente ética. Pero, ¿era necesaria la violación de los derechos humanos para implementar el modelo económico? En ninguno de los escritos de Adam Smith y de Milton Friedman se plantea que es necesaria la tortura y el asesinato como mecanismo para la implementación del libre mercado.
Los resultados que se presentarán a continuación comparan periodos más o menos iguales de democracia y dictadura en cuanto a desempeño económico. Ello permite evitar la distorsión habitual que se produce cuando se trata de comparar los tres años del Gobierno de la Unidad Popular con los 17 de dictadura. Como las bases de comparación pueden ser el origen de muchas distorsiones, el análisis de cifras que se efectuó divide el periodo de la dictadura en dos partes: 1973/1980 y 1981/1989. No obstante, los resultados no difieren de manera significativa. De esta manera se muestra que resulta coherente comparar los dos períodos de similar extensión: 1973/1989 y 1990/2005.
Crecimiento e inflación
El primer mito que es posible develar es el del crecimiento económico. Los economistas partidarios de Pinochet han puesto siempre el acento en que las variables más relevantes del éxito económico son crecimiento y estabilidad de precios (baja inflación). Los números que mostraremos a continuación muestran que incluso en el terreno favorito de los Chicago boys, la economía en democracia supera con creces a la de la dictadura. Mientras durante el gobierno de Pinochet (1973-1989) el tamaño de la economía chilena (Producto Interno Bruto) aumentó en 58%, durante los tres gobiernos de la Concertación (1990-2005) el incremento del PIB fue 126,4%. Es decir, el tamaño de la economía chilena en el 2005 era 2,3 veces superior al tamaño que tenía en 1990.
A mayor abundamiento, el aumento de bienestar promedio de la población chilena, medido a través del crecimiento del PIB per cápita fue 3,7 veces superior durante los gobiernos de la Concertación que durante el período de Pinochet. En la base del crecimiento económico, está la tasa de inversión. Es así como durante el gobierno de Pinochet (1973-1989) ésta promedió 17,1% (%PIB), en tanto que bajo la Concertación (1990-2005) ésta ha sido de 25,4% anual. Este nivel es un 35,8% mayor al observado durante la década del 80. Tasas de inversión en torno al 25% constituyen una buena base de apoyo para generar ritmos de crecimiento económico de 5% a 6% anual. A su vez, la tasa de ahorro desde 1990 hasta 2005 alcanzó el 21,8%, nivel que casi duplica la del gobierno militar.
En materia de estabilidad de precios, sólo en democracia ha sido posible (a partir del año 1994), que la economía chilena alcance la ansiada inflación de un dígito de manera estable. Chile ha completado 12 años con una inflación de un dígito y un objetivo de inflación de largo plazo entre 2% y 4%. Durante el gobierno castrense, hubo un sólo año en que la tasa de inflación anual alcanzó cifras de sólo un dígito (1981). En otras palabras, los gobiernos de la Concertación lograron erradicar un mal endémico de la economía chilena.
Los instrumentos de ajuste
Durante los 17 años en que gobernó el general Pinochet, la tasa de desempleo fue significativamente alta: cifras de dos dígitos. En contraste con lo anterior, durante los gobiernos de la Concertación (1990-2005) la tasa de desempleo tiene un promedio anual de 7,9%. Esta tasa de desempleo es casi un 40% inferior al promedio prevaleciente antes de 1990. Precisamente, esta variable bajo la conducción de la ortodoxia neoliberal fue un mecanismo crucial para lograr los ajustes macroeconómicos, particularmente a mediados de los Setenta y en 1982.
Otra de las debilidades mayores de la situación económica del país durante la administración de Pinochet es el coeficiente de deuda externa/PIB, que tuvo un promedio de 100,7%. En 8 de los 16 años del gobierno de Pinochet, el coeficiente de deuda externa/PIB supera el 100%, lo que revela un endeudamiento excesivo a nivel de país. Durante los gobiernos de la Concertación, el coeficiente deuda externa/PIB ha tenido un valor promedio de 52,1%. Esto indica que el país ha crecido con un nivel de endeudamiento externo razonable y financiable. Durante la década del 80, el sector público incrementa de manera significativa su nivel de endeudamiento. Esto es totalmente contradictorio con la idea de los Chicago Boys de que hay que minimizar el tamaño del Estado. Son las administraciones concertacionistas quienes simultáneamente aumentan de manera importante el gasto social y al mismo tiempo disminuyen el nivel relativo de la deuda pública.
Consumo y Poder Adquisitivo
Durante el gobierno de Pinochet, el nivel del consumo privado por habitante es inferior al del final de su período. Vale decir que en 1989 cada chileno consumía una canasta inferior a la del inicio de la dictadura. En cambio, durante la democracia, el nivel del consumo por habitante después de 16 años de Concertación es casi el doble del que se tenía en 1990. Las fuertes fluctuaciones de los salarios durante el régimen militar demuestran que éstos y la tasa de desempleo constituyeron los mecanismos cruciales para lograr los ajustes macroeconómicos y la implementación de las reformas estructurales durante el gobierno de Pinochet. A manera de ilustración el salario mínimo real de 1989 es un 30% inferior al de ocho años antes: el nivel del salario mínimo real del año 1989 es el mismo que había en 1977.
Durante los gobiernos de la Concertación el poder adquisitivo del salario mínimo real del año 2005 es más del doble del valor que tenía en 1990, cuando se inician los gobiernos de la Concertación. De manera análoga el poder adquisitivo de los trabajadores del año 2005 es un 56,5% mayor del que tenía en 1990, cuando se inician los gobiernos de la Concertación. Las diferencias de poder adquisitivo se pueden apreciar también en un segmento particularmente sensible: el de los jubilados. Al final del gobierno dictatorial, el poder adquisitivo de la pensión mínima es un 9% inferior al de ocho años antes. Entre 1990 y 2005, el poder adquisitivo de la pensión mínima real sube 60%.
El desempeño económico de la dictadura fue francamente mediocre: crecimiento económico 2,9% promedio anual; inflación de 20% al final de la dictadura; desempleo promedio 12,7 %; y un crecimiento negativo del consumo per cápita. En 50 años más son estas cifras duras las que servirán para evaluar el desempeño económico de la dictadura. ¿Por qué se habla del milagro económico de Pinochet?
La Crisis Económica de 1982
En 1982 comenzó la mayor crisis económica nacional desde 1930. Chile, al depender excesivamente del mercado externo, se vio fuertemente afectado por la recesión mundial de 1980. El Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó en un 14,3%, el desempleo alcanzó al 23,7%, mientras que el gobierno decidió devaluar el peso en un 18%, intervenir más de cinco bancos y licitar empresas estatales como Chilectra y la Compañía de Teléfonos. El complejo escenario económico y el malestar de trabajadores, estudiantes y opositores llevó a que al año siguiente, se instalaran las protestas nacionales y se fortaleciera el movimiento sindical, motivando una violenta represión.
Gran parte de la supuesta bonanza económica de la Dictadura se debía al endeudamiento de las empresas para renovar maquinarias y poder competir de mejor manera. Eso créditos eran otorgados por los bancos, que a su vez se endeudaban con instituciones extranjeras. A fin de cuentas Chile no era un país rico, y los recursos eran provenientes de un endeudamiento. En el año 1981, el gobierno de Estados Unidos, en la presidencia de Ronald Reagan, optó por terminar con la inflación para incentivar el ahorro. Eso se logra mediante un aumento en las tasas de interés, lo que en definitiva encarece los préstamos. Las instituciones financieras internacionales suben las tasas de interés a los bancos chilenos, y estos a su vez a las empresas chilenas. Pero la industria nacional estaba trabajando al límite, por lo tanto las compañías más débiles quiebran muy pronto al no poder pagar sus créditos, cerrando sus operaciones, provocando cesantía.
Los «autoprestamos» de los dueños de los Bancos chilenos
El problema se veía venir. Pero los bancos siguieron dando créditos a los grupos económicos que a su vez eran los propietarios de los mismos bancos. Estos “autopréstamos” quedan evidenciados con el Banco de Santiago, que tenía colocaciones (créditos) por sobre 44% a empresas del grupo Cruzat-Larraín, que a su vez eran los propietarios que controlaban el banco. Por otra parte, la cesantía provocada con la quiebra de industrias provocó un retiro de ahorros, que si bien los bancos eran capaces de absorver, evidenciaban la gravedad de la crisis.
El Estado confiaba en que la crisis sería breve, pues Estados Unidos volvería a sus tasas financieras normales. Decretó el congelamiento de los salarios (los sueldos dejan de subir) y la devaluación del peso (la moneda nacional el peso pasa a valer menos, si con 39 pesos se compraba un dólar, ahora con la devaluación son necesarios más de 60 pesos). Esta medida significó que las empresas endeudadas en dólares no pudieran sostenerse, desatándose una ola de quiebras de industrias. El desempleo llegó en 1982 a un 28,1 % sobreviviendo las personas a través de ollas comunes y amasanderías populares. El Estado creó a fines de 1982 el POJH, Programa de Obras para Jefes de Hogar, que llegó a tener más de 200 mil empleados. Se pagaba alrededor de un tercio del sueldo mínimo, y se trabaja en obras no productivas. Ésto se suma al PEM, Programa de Empleo Mínimo, creado en 1975 y de características parecidas. Sin embargo, las protestas en contra del gobierno no se harían hasta mayo de 1983, cuando la crisis se observe como eterna.
La Dictadura rescata a los Bancos
La posible quiebra de los bancos era algo temido por el gobierno. Significaba la pérdida de todos los depósitos hechos en ellos, y una desconfianza a nivel mundial respecto a nuestra economía. La dictadura de Augusto Pinochet decide en diciembre de 1982 comprar las “carteras vencidas”, es decir las deudas que tenían los grupos económicos con los bancos pasaban a ser dinero debido al Estado de Chile. Se esperaba que al pagar habría recursos para refinanciar a los bancos y que estos pagaran las deudas con el sistema financiero internacional. Pero la medida fracasa, pues, no pagaron. Se decidió entonces que el Banco Central interviniera directamente los bancos. Se “compraron” las deudas internacionales, pasando a ser el Estado de Chile el deudor , y no el banco privado. Los bancos tendrían al menos unos 30 años para pagar al Estado. Una deuda de más de 39 mil millones de dólares fue asumida por el Estado chileno, la cual fue conocida como “la deuda externa”.
Inflación, bajo crecimiento, desempleo, salario mínimo de miseria, menor poder adquisitivo, nulo gasto social y endeudamiento pese a todas las privatizaciones que se hicieron. Como podemos ver, la Dictadura cívico-militar, liderada por Pinochet y administrada por los Chicago Boys, fue un completo y soberano fracaso económico. Donde por supuesto, los únicos que se beneficiaron fueron ellos.
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