La respuesta es muy sencilla: Cuando la clase dominante entra en conflicto con la democracia trata de salir mediante estados de sitio encubiertos. Y es que en un mundo verdaderamente democrático, sin desigualdad social y donde todas las personas tengan las misma soportunidades, su actual estilo de vida privilegiado desaparece. Lo curioso es que son los que más hablan de competencia, de libertad y de meritocracia, dejando en claro que eso no les interesa lo más mínimo. Está demostrado que les aterra competir, les aterra la libertad y les aterra la meritocracia.
Y es que la elite chilena, a la que pertenecen la UDI y los empresarios, como se enriquecieron durante la Dictadura de Pinochet son increíblemente cobardes y no tienen ningún mérito. Jamás emprendieron nada, sólo se apropiaron de lo que les regalaba «su general». Su falta de inteligencia y talento está más que comprobadada, y sólo mantienen su posición de privilegio gracias al saqueo que realizaron al Estado.
Que la ultraderecha quiera acabar con los Derechos Humanos en Chile, (mientras graciosamente los defienden en Cuba y Venezuela), es el síntoma inequívoco del miedo que le tienen al pueblo que está despertando. Y es que sin DD.HH, no sólo podrán arrasar con el pueblo completo, si no que tal como pasó en Dictadura, ellos se enriquecerán aún más, mientras la mayoría se vuelve cada vez más pobre.