Mi conciencia no me deja ir a dispararle a mi hermano, o a gente de piel oscura, o alguna pobre gente hambrienta en el barro por la gran y poderosa América. ¿Y dispararles por qué? Nunca me llamaron «negro», nunca me lincharon, nunca me echaron los perros encima, no me quitaron mi nacionalidad, no me violaron y no mataron a mi madre y padre… ¿Dispararles por qué? ¿Cómo puedo dispararle a gente pobre?
¿Por qué habrían de pedirme que use un uniforme y me vaya a 10,000 millas de casa y arroje bombas y balas a la gente morena en Vietnam, mientras que los llamados Negros en Louisville son tratados como perros y se les niegan los derechos humanos más simples? No, yo no voy a ir 10,000 millas lejos de mi casa para ayudar a asesinar y quemar otra pobre nación simplemente para continuar la dominación de los blancos esclavistas sobre las personas más oscuras en el mundo entero.
Este es el día en que tales males deben llegar a su fin. Se me ha advertido que tomar esta postura me costaría millones de dólares. Pero lo he dicho una vez y lo diré otra vez. El verdadero enemigo de mi pueblo está aquí. No voy a deshonrar a mi religión, mi pueblo ni a mí mismo al convertirme en un instrumento para esclavizar a los que están luchando por su propia justicia, la libertad y la igualdad.
Si creyera que la guerra va a llevar libertad e igualdad a 22 millones de mi pueblo, no tendrían que reclutarme, yo me uniría mañana. No tengo nada qué perder por defender mis creencias. Así que voy a ir a la cárcel, ¿y qué? Hemos estado en la cárcel desde hace 400 años.