En una entrevista para La Tercera, (nótese como otra vez la familia Bachelet le da una exclusiva a los medios de Copesa), Natalia Compagnon se puso a llorar por lo «mucho que han sufrido» ella y su familia luego de estallar el Caso Caval. De paso, volvió a dejar a Sebastián Dávalos como un vago que no tenía idea de nada.
No salgo a la calle. Me muevo a los lugares en que me siento segura. Al colegio de los niños una vez nos persiguieron, en mi casa siempre ha habido autos de prensa afuera. Comencé a aislarme. Hoy, siento que me quiero bajar. No voy al supermercado, no voy al mall, no salgo a restoranes, no puedo ir a un parque tranquila con los niños. Nosotros somos súper amigos de nuestros amigos. Somos un lote súper cerrado hace muchos años, y de repente no poder salir porque te vas a encontrar con más gente, y sólo salir a ambientes controlados, emocionalmente a uno le afecta. No poder de repente ir al cine con los niños. A los niños los llevan sus tías al cine o van con mi mamá. Al cine no he ido nunca desde que estalló el caso. A restoranes tampoco. Creo que he ido dos veces a un café, pero un café muy discreto, donde no hay nadie. Al supermercado…, compro por internet. Al mall no fui ni para la Navidad.
Yo un par de veces he tenido encontrones con gente. La primera vez que declaré ante la fiscalía me pegaron, ese fue el primer contacto con gente enojada, molesta. Todas las personas creen y se sienten con el derecho de decir lo que se les ocurra. Una vez andaba con mi hijo chico y una señora me gritó: “¡Cara de raja!”. Entonces, además te das cuenta de que hay gente cobarde.(…) Hay un sentimiento de rabia en la sociedad que supera el caso Caval. Uno de repente dice ‘pucha, a lo mejor sí fui imprudente’ o a lo mejor ‘no debí haberlo hecho como lo hice’, pero siempre he estado tranquila, porque yo sé que no cometí ningún delito. Pero todo eso da lo mismo: tienes que matar a alguien para que la gente se calme, tiene que salir alguien condenado.
La gran víctima de todo este caso ha sido Sebastián, porque hoy todo el mundo lo ve como el peor de los peores y él no ha hecho nada. Como mucha otra gente que trabajó en Caval o en otras empresas cuestionadas, los que se tienen que hacer cargo son los dueños o representantes legales de la empresa y no sus trabajadores. No en todas las empresas se apunta con el dedo a una de las personas que trabajaba ahí, como lo han hecho con Sebastián.
Trabajo no tenemos, porque con el caso se nos cerraron todas las puertas. Ahora, nadie quiere trabajar ni conmigo ni con Sebastián. Estamos viviendo de ahorros, de liquidar algunas cosas que teníamos y de endeudarnos. Estamos pasando el mismo momento que está pasando un gran porcentaje de la población, porque la situación económica está mala. Hay mucha gente cesante que se endeuda, que está buscando qué hacer para poder seguir viviendo y para poder cubrir los gastos que tienen, como educación, dividendos. Somos uno más.
LA SINVERGUENZA DE COMPAGNON, QUE MOVÍA MILLONES DE DÓLARES CON CAVAL, SE COMPARA CON LA MAYORÍA DE LOS CHILENOS DONDE LA MITAD GANA MENOS DE 300 MIL PESOS Y ESTÁN TODOS ENDEUDADOS
ESTA MERECE QUE LA FUNEN HASTA LA ETERNIDAD