Los días 2 y 3 de Julio de 1986, los luchadores por la Democracia de todo Chile y particularmente los jóvenes, se movilizaban para participar en la más grande de las Protestas Nacionales contra la Dictadura de Pinochet. El acto de protesta había sido convocado por la Asamblea de la Civilidad, organismo que agrupaba a todos los actores políticos que luchaban contra la Tiranía.
En las poblaciones Los Nogales y La Palma, como en tantos lugares, se preparaban las barricadas que iban a ayudar a paralizar el país. Antes de las 8 de la mañana del miércoles 2 de julio, el fotógrafo Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana, ambos de 19 años, salían de casa de sus familiares movilizándose hacia Avenida General Velásquez.
En ese momento una patrulla militar los intercepta, la mayoría de sus acompañantes logra evadir la encerrona pero los militares logran detener a Rodrigo y a Carmen Gloria. Luego se sucedió uno de los crímenes más horrendos de la Dictadura: los militares los rocían con bencina y les prenden fuego, y observan cómo ambos jóvenes se queman.
Para asegurar la impunidad del crimen los mismos militares los suben a una camioneta y los abandonan camino a Quilicura. Rodrigo muere cuatro días más tarde en la Posta Central producto de las terribles quemaduras que cubrían más del 90% de su cuerpo; Carmen Gloria sobrevive a pesar de que también gran parte de su cuerpo resultó gravemente dañado.
El único condenado por este crimen fue el Capitán del Ejército Pedro Enrique Fernández Dittus, quien fue encontrado culpable y pasó apenas un año cárcel en el penal especial de Punta Peuco, luego que consiguiera acreditar ante la Comisión Médica del Ejército el padecimiento de una “psicopatía orgánica” que la justicia castrense consideró como atenuante. Actualmente es sostenedor de la escuela básica N° 172, ubicada en José Arrieta 6870, comuna de La Reina.
Sin el sacrificio de Rodrigo, de Carmen Gloria y de tantos jóvenes en la década de los ’80 no habría sido posible poner fin a la Dictadura. Recordarlos hoy es hacer memoria de que la única manera de producir cambios es con movilización y verdadero compromiso por generarlos, tal como nos han demostrado los jóvenes de hoy, estudiantes secundarios y universitarios.