La defensa corporativa realizada por todo el poder a las AFP no es casualidad, tampoco que no quieran dar educación gratuita, subir los sueldos, garantizar la salud como derecho y solucionar la crisis del Sename. Ya que en el fondo, de lo que estamos hablando acá es de la defensa a un modelo económico y social que sólo favorece a la micro elite dueña del país, y que se sustenta en la explotación de la mayoria, a niveles de esclavitud según un economista inglés. Al respecto, vale la pena recordar las palabras del Premio Nacional de Historia, Gabriel Salazar, recopiladas en entrevistas para El Dínamo y El Desconcierto.
En síntesis, en Chile, la oligarquía que dio el golpe de Estado en 1829, construyó un Estado para sí misma desde el año 30′ y que duró hasta 1925. Durante todo ese tiempo, esta oligarquía evitó por todos los medios que los adversarios políticos entraran al Estado, por lo menos hasta el año 60. La idea era lograr que, por ningún motivo, el pueblo tuviera alguna incidencia ni en las elecciones, ni en el manejo del Estado. Esto aplastó totalmente la ciudadanía popular.
Esta oligarquía, después de una serie de conflictos y problemas, adaptó el Estado para seguirlo manejando cuando ella misma estuvo en crisis, de ahí surgió el Parlamentarismo y siguieron aplastando la soberanía. Luego, ocurre que ya no pudieron gobernar para sí mismos e ignorar a la ciudadanía, pero la convirtieron en una ciudadanía que emite un voto individual sin permitir la deliberación colectiva. Y se sabe que, para que haya soberanía, es pre-condición que haya deliberación colectiva, pero ellos anularon eso y siguió así hasta el día de hoy: el voto es individual, los ciudadanos no deliberan, no establece mandatos, no evalúan ni controlan a sus representantes.
Luego desaparece la oligarquía y aparece poco a poco la ciudadanía, pero aparece detrás de un voto individual, sin deliberar, sin ser soberana y que es una masa callejera. Ellos juegan con el voto ciudadano, seduciéndolos bajo distintos discursos de campaña electoral. En resumen, todo comenzó con una aristocracia que gobernó para sí misma, luego siguió con una oligarquía parlamentarista tramposa, que mantuvo la ausencia de la ciudadanía, y más tarde una clase política que engañaba a la ciudadanía a través del discurso y la estrategia electoral y eso sigue hasta hoy. Por eso es que, el despertar de la ciudadanía tiene tan nerviosos a los políticos.
La soberanía radica en la ciudadanía, la soberanía no radica en el Estado, ni en la ley, ni en los políticos. La soberanía reside en el pueblo, en tanto este delibera para resolver sus problemas y establece un mandato para resolverlos. Si tú revisas la historia, la ciencia política y la sociología, todas estas disciplinas se refieren siempre a los políticos, al Estado, al gobierno, a la ideología, a los ministerios y a los dimes y diretes entre ellos. Nunca entienden que la política nace y debiera nacer de la ciudadanía y por eso no hay ningún libro de historia de la ciudadanía. La conclusión que se saca es que no hubo ciudadanía en Chile y todavía no hay ciudadanía soberana. Durante mucho tiempo no hubo ningún tipo de ciudadanía, por lo menos hasta 1950 y tanto. Después tuvimos ciudadanía, que vota, pero que no delibera.
Si uno lee a Marx sin Lenin, sin Trotsky, sin la URSS y el Partido Comunista, uno descubre que Marx enfatiza, todo el tiempo, en que la liberación de la clase trabajadora tiene que hacerla la misma clase trabajadora. Y ese proceso de liberarse de la explotación por parte de una clase es político, entonces la política de deliberación revolucionaria debe ser de la misma clase trabajadora, no de sus eventuales representantes.
En Chile, los dirigentes sociales y los movimientos sociales, a poco andar, postulaban a ser candidatos a diputado o senador y a formar un partido político. Esto, dentro de un Estado Liberal, que se fue llenando de políticos de todos los colores y tendencias. El Parlamento Liberal chileno se fue definiendo en izquierda, centro y una derecha. Si tú hablas de izquierda, es porque están pensando en una que tiene derecha y centro de un Estado liberal, que es distinto a lo que plantea Marx, porque él nunca pensó en hacer la revolución dentro de una izquierda que está en acuerdo y competencia con una derecha y un centro, los enemigos del pueblo. Por tanto, la izquierda dentro del Estado liberal nunca logró hacer nada profundo y cuando lo intentó le fue mal. Yo creo que no tenemos izquierda ahora, están todos de acuerdo, son todos neoliberales.
Hoy el ciudadano no tiene dónde participar. Son puros partidos políticos que controlan todo y están todos de acuerdo en que el modelo no se cambie porque es su negocio y viven de eso. Los partidos políticos siguen pensando en preparar líderes para que hagan la carrera política.