Cualquiera que haya visto las útlimas entrevistas de José Piñera, puede darse cuenta que estamos hablando de un tipo completamente loco. Un mitómano compulsivo con delirios mesiánicos que se cree sus propias mentiras. Para ejemplo está que mientras decía que estaba radicado en el exterior lo pillaron que nunca había dejado el país, o que dice que las AFP han tenido éxito en todo el mundo siendo que apenas 9 países tiene un sistema similar y el 95% tiene un sistema de reparto. Como guida de la torta, en un mamarracho que escribió para La Tercera, José Piñera deja en evidencia que debería estar internado hace rato en un manicomio. Parte de la verguenza señala:
Una vez concluido mi doctorado en 1974 y, mientras disfrutaba en plenitud mi posición como “teaching fellow” en Harvard y profesor en la Universidad de Boston, tomé la más difícil decisión de mi vida: regresar para contribuir con mi país a recuperar su economía y su democracia destruidas, siguiendo el ejemplo de los principios e instituciones creados en Estados Unidos por los llamados “Padres Fundadores”. Al poco tiempo asumí como ministro del Trabajo y Previsión Social y en 1980 creamos un sistema de capitalización con cuentas personales de ahorro para la vejez. El historiador Niall Ferguson escribió en su bestseller mundial The Ascent of Money que esta reforma estructural fue “el más profundo desafío al Estado de Bienestar en una generación. Thatcher y Reagan vinieron después. El desafío al Estado de Bienestar comenzó en Chile”.
Al igual que en una tragedia griega, el fracaso de Clinton para hacer una reforma a la seguridad social puede ser explicado en términos de una debilidad fatal. Bill Clinton era, sin duda, un político muy talentoso y un hombre de notable inteligencia, pero lamentablemente no era un estadista que estuviera dispuesto a sacrificar los placeres terrenales por un legado duradero. Esta gran reforma, que tanto necesita Estados Unidos, sigue pendiente. Se comprobó en este episodio que Bill Clinton no pertenecía a la “familia del león o la tribu del águila”, según las inmortales palabras del gran Abraham Lincoln, el “leñador” de Pablo Neruda. Es sorprendente cómo nuestras imperfecciones humanas pueden tener consecuencias involuntarias de una tremenda importancia.
Al viajar de vuelta toda la noche a mi país en esos primeros meses de 1999, supe muy bien que aunque la semilla de esta idea se había plantado en Estados Unidos, la flor no iba a brotar durante la presidencia de Clinton. Y brotaron de mi memoria las terriblemente bellas palabras que Shakespeare le dio a Hamlet: “Benditos aquellos Cuyo temperamento y juicio están tan bien combinados, que no son una flauta entre los dedos de la fortuna, dispuesta a sonar según ella guste. Dame un hombre que no sea esclavo de sus pasiones y lo colocaré en el centro de mi corazón; sí, en el corazón de mi corazón”.
¿LA MAYOR REFLEXIÓN DE TODO ESTO? EN MANOS DE ESTOS TRASTORNADOS ESTUVO EL PAÍS
RAZÓN MÁS QUE SUFICIENTE PARA ELIMINAR LAS AFP Y TODO EL LEGADO DE LA DICTADURA