Dentro de la equivocada lectura que hacen las personas que promueven el voto, además de validar un sistema de falsa representación creado para contener el empoderamiento de la clase trabajadora y que sólo beneficia a la clase dominante, (no por nada Andrónico Luksic quiere volver al voto obligatorio), es que el problema de la democracia son las personas y no el sistema de representatividad en si mismo. Es decir, el problema son los títeres y no la acción de los titiriteros que son dueños de todo.
Dentro de esta lógica, es común escuchar/leer a los pro votistas frases como: «Hay que sacar a estos corruptos y votar por gente honrada». Frase muy sensata si no fuera por un pequeño problema. ¿Cómo identificamos a los políticos honestos? La respuesta es de perogrullo, no podemos. Salvo que inventen una máquina para detectar la honradez y que acepten firmar una sentencia de muerte donde aclaren que si traicionan al pueblo van a morir en la horca, jamás podremos saber si estamos votando por un político honrado. Porque digamos las cosas como son, las promesas en la política no sirven de nada, sólo basta recordar la verguenza del Gobierno de Bachelet, que en campaña prometió cambios estructurales y lo único que ha hecho es sacar reformitas para favorcer a los mismos de siempre.
Amigas y amigos, el problema no son las caras, es el sistema de representación completo. Votamos pero no decidimos nada. Elegimos representantes que no nos representan y sólo defienden a quienes los sobornan y les financian las campañas. Y por más buenas intenciones que tengan algunos, lo único que terminan haciendo es validando este fraude. Ya que en el mejor de los casos, por una cuestión matemática, esos pocos casos de políticos que en verdad quieran cambiar las cosas no podrán hacer nada por falta de quórum. Para ejemplos, revisen cuantas leyes ha podido sacar Gabriel Boric. Ninguna.
A todo lo anterior, debemos sumar de que las elecciones las ganan los que tienen más plata. Olvídense de ideología, los partidos políticos sólo son poderosas maquinarias electorales que funcionan como agencias de empleo para sus militantes, y por eso invierten tanto para llegar al poder. Palomas, carteles, diseño de logos, avisos radiales, de televisión, oficinas de prensa, traslados, transporte, acarreo, visitas a terreno. Son millones los que se gastan en una elección, donde más encima, el Servel es cómplice al entregarle más recursos (que salen de todos nosotros) a los que ya tienen esta maquinaria. Y esto, aunque suene crudo decirlo, los candidatos independientes jamás podrán vencer haciendo bingos y completadas. La realidad es una: Si no te conocen jamás votarán por ti. No lo decimos nosotros, es la evidencia empírica que demuestra la historia.
A modo de anécdota, y por más que sea una ficción, en la serie House of Cards ejemplifican a la perfección como funciona la maquinaria política, cuando Frank Underwood amenaza constantemente a los políticos que no le siguen el juego con quitarles el financiamiento del partido para hacerlos desaparercer. Realidad y ficción aparte, esto lo podremos comprobar en las próximas elecciones municipales, donde a pesar del todo el rechazo que existe al duopolio, y de existir un record de candidatos inscritos (108 candidatos a concejal en Maipú y 14 candidatos a Alcalde en Arica), al final, igual terminarán ganando ellos. El problema no son los caras, es el sistema de representatividad completamente arreglado que supedita la «democracia» a votar en un papel cada 4 años.