En una maravillosa entrevista para El Dínamo, el destacado Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar, siempre con opiniones interesantes, ahora destrozó sin asco a los dirigentes de la Confech. De yapa, también se refirió a la crisis de representatividad, y el camino que según él tienen que tomar los movimientos sociales. Parte de la entrevista señala:
En 2011 el movimiento estudiantil visibilizó una disconformidad con el modelo y fue ampliamente respaldado. La Confech reconoció ahora su pérdida de legitimidad ciudadana. ¿Cuál es su diagnóstico respecto a esa fatiga?
El movimiento estudiantil partió muy bien, irrumpió con un problema que representaba a todos, pero que no se había explicitado ni se había planteado tan públicamente: el lucro en la educación. Pero ahora presenta una falla fundamental: no se están planteando como un movimiento social de nuevo tipo, si no como un movimiento de masas de viejo tipo. Son un movimiento de gente en la calle que sale a protestar, a pedir, a levantar las banderas de sus partidos, los retratos de sus líderes. Pero la masa en la calle no delibera, no está en asambleas, no decide nada.
¿Cómo debería estructurarse entonces los movimientos sociales reales?
Se caracterizan porque en sus bases hay asambleas y en ellas deliberan. Ahí analizan los problemas, proponen soluciones. Por eso que el movimiento de los secundarios en 2001 planteó inmediatamente lo nuevo y la frase que ellos usaron fue ‘la asamblea manda’. Entonces los cabros pusieron sobre la mesa una práctica política absolutamente nueva y revolucionaria en Chile: no manda el líder, ni la ideología, ni el partido, ni el presidente; manda la asamblea. Lo que se ha hecho desde 2006 hasta hoy es que por sobre todas las cosas marchar como demostración de fuerza. Tienen un lote de ideas, pero no las formulan como propuesta. Al no tenerlas no pueden imponer nada y no han asociados con otros: la CUT, la Confech, la Anef, los profesores, están todos divididos. Las marchas han demostrado que no sirven de nada.
Una segunda cosa de por qué los estudiantes están gastados es porque tienen una estructura añeja. ¿Cómo funciona la Fech? Tiene un presidente que se elige al año y que dura ese año y es un mandamás y todos los periodistas lo entrevistan, el campeón se cree la muerte y sigue después el camino de la clase política y se convierte en diputadito. Los estudiantes por sí solos nunca han ganado nada, tienen que asociarse con todos los otros actores y formar una alianza nacional. La reforma educacional que se requiere en este país es muy profunda y ancha y requiere que la entienda el país entero. Si no hay asociatividad horizontal no van a poder romper nunca el monopolio que tienen los partidos políticos sobre la política.
¿Cómo se lee el giro ciudadano al escoger un gobierno que intenta hacer cambios y que ahora la gente proponga a Lagos y Piñera para dirigir al país?
Estamos viviendo un periodo de transformación profunda de la política, que es un proceso lento. Lo que está ocurriendo es que la política se está ciudadanizando. Este tipo de fenómenos es una revolución porque el que los ciudadanos controlen la política, el Estado y la Constitución para Chile es un proceso revolucionario de autoconstrucción de poder, por lo tanto es un aprendizaje. Es una revolución cultural. Es tan profundo que aunque los estudiantes están desgastándose con sus marchas, apareció una marcha nueva para eliminar las AFP y salió 1 millón y medio a la calle. O sea, la cosa está viva, demuestra que el descontento con este sistema va más allá de los puros estudiantes.
Pero este proceso revolucionario contrasta con aquel sector que cree que Lagos o Piñera son buenas figuras para volver.
Dentro de este proceso revolucionario lo que está claro es que los políticos han perdido toda legitimidad. Todas las encuestas señalan que el 98% de la población no cree en los políticos, no confía en ellos ni en el sistema. Por tanto hay una crisis enorme. El problema es que como hoy todavía no estamos en condiciones de cambiar esto, de eliminar esta gente y reemplazarlo por asambleas, los políticos subsisten y este jueguito de las elecciones y los candidatos es inercia. Pero todos sabemos que el sistema está podrido.
Lagos dijo que esta es la peor crisis política e institucional que ha tenido Chile. ¿Coincide con esa visión?
Para describirlo sociológicamente, cuando un sistema está en una crisis terminal es cuando ocurren al menos tres tipos. Uno, una crisis de legitimidad, entendiendo por eso que el sistema al no haber sido construido libremente por la ciudadanía, siendo producto de una intervención militar en este caso, eso no es legítimo. La otra crisis que concurre es la de representatividad, que es cuando la ciudadanía pierde confianza y deja de creer en sus representantes. Y la tercera es que demuestre ineficiencia en resolver los problemas prácticos. Las tres crisis que son profundas y que afectan en la definición de una crisis terminal están ocurriendo hoy. Y Lagos, que no es tonto, se da cuenta de eso. Pero es tonto al mismo tiempo como para volver a presentarse como candidato cuando él no va a resolver nada ¿Qué va a hacer ahora? No, si Lagos está haciendo el loco.
Son muchas las personas que ya no votan. ¿Responde a una indiferencia a los problemas comunitarios o una indiferencia ante el actual sistema?
Yo creo que las dos cosas porque mientras más desconfianza hay en el sistema político y sus habitantes, más confianza hay de la comunidad consigo misma y eso explica el aumento de las asambleas comunales, barriales, territoriales, los cabildos que se hacen por todas partes.
¿Qué le parece la formación del frente amplio que presenta Gabriel Boric y Giorgio Jackson? ¿Le ve proyección?
Ninguna porque son fenómenos que se han repetido infinitas veces dentro de la clase política. Cada vez que están sufriendo una pérdida de representatividad y de legitimidad pretenden renovarse. ¿Y qué hacen? Se salen de los partidos, forman fracciones y después de un tiempo se juntan de nuevo en un frente. Al final terminan todos iguales. Si el chico Zaldívar alguna vez también fue joven, se descolgó del partido conservador y formaron la falange.
¿Cómo se cambia el sistema entonces?
Quedándose en el movimiento social porque es el único que va a poder cambiar todo de raíz. Los políticos son criaturas de la Constitución. Si la cambian en el sentido que quiere el pueblo ellos van a quedar cesantes. Nunca los políticos han cambiado la Constitución.