En una excelente columna para El Dínamo, la periodista Lucía López, criticó duramente a los autodenominados grupos «Pro Vida», los mismos que marchan y rasgan vestiduras por fetos, cigotos y mórulas, pero que no han emitido una sóla palabra por el infierno que están viviendo los niños en el Sename, donde han muerto 1.313 menores y adolescentes en 11 años. Parte de la columna señala:
Las cifras de muerte en el Sename han causado el espanto en la sociedad chilena pero no en mí. No he logrado horrorizarme. Y hasta no sentarme a escribir esta columna, no había pronunciado una palabra para referirme al caso. ¿No me importa? Sí, me importa. Me importa y me duele. Pero no por lo que sucede en el Sename sino por lo que sucede con nosotros. La sociedad a la que pertenecemos y que ha construido esos escenarios. No me horrorizo porque horrorizarse es mirar de lejos. Me siento responsable, nos siento responsables. A todos los horrorizados les recuerdo que los niños del Sename estaban ahí hace mucho rato y representan el último eslabón en la cadena de inequidad que nos une como país. Los niños del Sename, los niños de otros hogares, los niños debajo del puente, los niños de familias que viven en la pobreza, los niños en campamentos, los niños en tomas, los niños sin acceso a agua potable, los niños sin educación, oportunidades ni futuro son muchos y han estado aquí entre nosotros, todo este tiempo.
Y ¿Qué hemos hecho? ¿Qué hacemos por esos pequeños que nacen en familias extremadamente pobres y con una enorme cantidad de hijos que dan muestra de la vulnerabilidad a la que también están expuestas esas madres? ¿Qué hacemos por esos pequeños que nacen con una enfermedad, discapacidad o deficiencia y son abandonados a diario en hospitales por familias que sienten y efectivamente, no tienen, cómo hacerse cargo de ellos? ¿Dónde están los horrorizados? ¿Dónde están los pro-vida que hacen gárgaras con el apoyo que le brindarán en un futuro a las mujeres que tendrán hijos en situaciones de dificultad sicológica, física o social? Les aviso que esas niñas, adolescentes y mujeres están teniendo hijos hoy. Que esas niñas, adolescentes y mujeres han tenido hijos todos estos años y que esas niñas, adolescentes y mujeres son las madres de quienes murieron estando a cargo del Sename. Y ni uno de nosotros estuvo ahí para brindarles apoyo moral o económico a ellas y a sus hijos.
La semana pasada, algunos se horrorizaron con el manual de sexo para adolescentes entregado en Liceos de Santiago. El año 2013, en nuestro país nacieron 902 hijos de madres con edades entre 10 y 15 años y 31.506 hijos de madres con edades entre 15 y 19 años. El 2014, 852 y 29.454, respectivamente. El Presidente Sebastián Piñera había anunciado con alegría el incremento de la natalidad en su última cuenta pública, ¿Cuántos se detuvieron a revisar qué porcentaje de esas cifras correspondía a embarazos de niñas o adolescentes? Pero para los horrorizados, es más importante salir a decir que una Municipalidad no debe entrometerse en la educación sexual de los estudiantes, que para eso están las familias. Entre el 2009 y el 2013, hubo un alza de un 74% de VIH-SIDA en jóvenes entre 15 y 19 años (MINSAL). Pero para algunos, ese dato no debe por qué generar una política pública de educación sexual.