Cualquier persona que no sea hijo de primos sabe que la libertad de prensa en Chile es una estafa, ya que además del monopolio ideológico que ejercen, (en complicidad con TODOS los Gobiernos que los financian), los medios masivos son una vergüenza que no informan, y sólo son relacionadores públicos del poder que buscan moldear la opinión de acuerdo a los intereses de la elite. Como nueva prueba de esto, un artículo de El Mostrador reveló un cable de WikiLeaks que muestra la opinión de EE.UU sobre la prensa chilena.
Aunque el cable diplomático que describe a la prensa como conservadora es de 2006, poco indica que los medios dominantes, los cuales ejercen la mayor influencia sobre la opinión pública y la agenda política en el país, hayan cambiado sustantivamente. Esta realidad no maquillada, los diplomáticos estadounidenses jamás podrían contarla en público, ya que contradice la narrativa oficial, donde los medios privados tienen el papel de héroes, y los estados, cuando intentan limitar su poder cuasimonopólico, ejercen el de villano. Sin embargo, gracias a WikiLeaks, estas revelaciones puedan contribuir a que se abra un debate sobre la concentración de poder mediático en manos de una élite empresarial que todavía impide que la sociedad chilena logre plenamente una libertad de prensa satisfactoria para una democracia del siglo XXI.
“Autocensura, no inclinado al periodismo investigativo, conservadores, dominada por dos cadenas y marcado por el pinochetismo”. Estas son algunas de las palabras que utilizó el embajador de EE.UU. en Chile, Craig Kelly, al describir en 2006 los medios de comunicación chilenos en un documento interno, revelado posteriormente por WikiLeaks. Este pone en tela de juicio a los principales consorcios mediáticos del país, El Mercurio y La Tercera, hasta ahora nunca ha sido presentado en Chile.
Al momento de escribir el documento, 9 de marzo 2006, habían pasado 16 años desde el fin de la dictadura de Pinochet. Sin embargo, según el embajador estadounidense, el legado del pinochetismo en los medios chilenos era tal, que –según él– todavía no existía plena libertad de prensa en Chile. La conclusión del enviado diplomático del gobierno de EE.UU. sobre la falta de libertad de prensa en el país, contrasta fuertemente con la retórica oficial de Washington, que durante los últimos 15 años concentra sus ataques contra los gobiernos “bolivarianos”, en la supuesta falta de libertad de prensa en esos países, y coloca a Chile como nación ejemplar a ese respecto.
Después de 2006, la flora mediática de Chile ha crecido, con la aparición de CNN y algunos medios independientes digitales, como El Mostrador y TheClinic.cl, entre otros. Sin embargo, poco indica que los medios dominantes, los cuales ejercen la mayor influencia sobre la opinión pública y la agenda política en el país, hayan cambiado sustantivamente. Consultada sobre la vigencia actual de las observaciones reveladoras contenidas en el documento WikiLeaks, Marta Lagos, fundadora de la encuestadora Latinobarómetro y socia principal de CERC-MORI, responde que en gran medida los rasgos fundamentales siguen igual. Lagos es categórica al afirmar que, en esta coyuntura electoral, el gran beneficiado del sesgo conservador, la falta de investigación y la autocensura en los medios tradicionalmente dominantes, es Sebastián Piñera.
El embajador también observa una gran concentración de propiedad sobre la prensa, por parte de dos consorcios mediáticos: “Entre los periódicos nacionales, dos cadenas dominan. La cadena más antigua, liderada por el principal periódico chileno El Mercurio, sigue siendo la más prestigiosa, pero el buque de insignia de Copesa La Tercera está cerca de alcanzarlo en cuanto a lectoría”. Según el embajador Kelly, estos medios “han modernizado constantemente su maquinaria y sus capacidades de imprenta y están universalmente inmersos en la revolución de la tecnología online”. Sin embargo, esta gran inversión y modernización, no era para crear una prensa moderna y libre en el sentido de promover un periodismo crítico con el poder. Al contrario, de acuerdo al embajador Kelly, los principales medios chilenos son hasta menos críticos hacia el poder que los medios estadounidenses. Kelly explica la falta de actitud investigativa y crítica hacia el poder que caracteriza el periodismo hegemónico chileno, parcialmente con rasgos culturales del país: “En parte esto se puede atribuir a la cultura chilena que es más cautelosa y menos crítica hacia la autoridad…”.
El destinatario de este cable diplomático, como se denomina a los documentos enviados entre las embajadas de EE.UU. y las diferentes instituciones gubernamentales, civiles y militares en ese país, era la Secretaria de Estado Rice, quien podía preparar su rueda con los periodistas en Chile sin temor a preguntas difíciles de parte de la prensa chilena. Otros cables diplomáticos, publicados por WikiLeaks, muestran que la embajada de EE.UU. en Santiago notaba cómo la línea editorial de El Mercurio y otros medios chilenos, coincide plenamente con la agenda geopolítica estadounidense, de crear división entre países suramericanos, aislar y debilitar a los gobiernos de izquierda y favorecer la creación de bases militares de EE.UU. en la región.
Para los estudiosos del poder mediático y su impacto político en Chile, como lo son María Olivia Mönckeberg, Víctor Herrero (ambos autores de importantes libros sobre el tema), es obvio que los intereses de los propietarios de medios pueden influir en su línea editorial. Sin embargo, el hecho de que los intereses de los propietarios mediáticos puedan constituir un obstáculo para la verdadera libertad de prensa y expresión, tiende a confundirse en el actual entorno discursivo, tan dominado por la lógica neoliberal, impuesta entre otros por ONGs, medios y partidos afines o financiados desde Washington, donde los medios privados son siempre los guardianes de la libertad de expresión y la democracia.
Dada la importancia vital que tienen los medios de comunicación, no podemos decir que estamos en «democracia» hasta que no exista una absoluta paridad ideológica. Si todos los medios masivos defienden las ideas de derecha, la democracia chilena no es otra cosa que un fraude