El Congreso tiene la obligación moral de inyectarle dinero a TVN… Pero no para salvarlo, sólo para super-indemnizar a los cientos de trabajadores que quedarán cesantes y que no tienen culpa alguna de la debacle del canal que lleva años en decadencia. El tema es que TVN, como lo conocemos, tiene que terminar.
Y es que un Canal Público no puede funcionar bajo la misma dinámica de mercado que el resto de los canales. (Donde salvo Mega todos están perdiendo dinero). TVN se tiene que transformar en un canal cultural, que muestre documentales, que promueva la música nacional, y que sirva como plataforma de difusión para toda la escena audiovisual del país.
La Televisión Pública no puede darle pantalla a chantas que dicen predecir terremotos, desperdiciar horas hablando del horóscopo, llenar de teleseries sobre la Biblia, tener programas de falsos debates como Estado Nacional con panelistas ultraderechistas formalizados por corrupción, y más encima tener como «rostro» al budín de weas de Matías del Río, el niño símbolo de lo que significa ser un periodista sin talento y vendido.