Que el Obispo Juan Barros, cómplice y encubridor de Karadima, se haya paseado por todo Chile con el Papa Francisco, (que más encima lo defendió), no sólo es una vergüenza, es la mejor evidencia de que a estos inmorales el mensaje de Jesús les importa una raja. Y es que en vez de dar un paso al costado al ver todo el daño y desprestigio que están generando a la Iglesia Católica, no sólo siguen ahí como si nada, es como si se jactaran de que nadie puede hacer nada al respecto