Nadie puede negar que el fascismo está avanzando en todo el mundo. ¿Los culpables? Una «izquierda» que se dedicó a robar y hacer hacer reformas «en la medida posible» en vez de gobernar para la clase trabajadora, y una ultraderecha que no tiene problemas en validar su discurso de odio con mentiras y noticias falsas. Todo coronado por la cobardía y el «amarillismo» de la socialdemocracia, que fue finalmente la que validó todo. Pongamos algunos ejemplos:
El ultraderechista presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, con la excusa de la «Guerra contra el Narcotráfico» , está realizando un verdadero genocidio contra la gente pobre. Donde escuadrones de la muerte asesinan sin preguntas y sin juicios a las personas que estiman conveniente. En su momento muchos defendieron la «libertad de expresión» de Duterte, ahora vayan a Filipinas a ver si este psicópata respeta la «libertad de expresión» de quienes lo cuestionan.
El caso de Jair Bolsonaro es aún más cercano. El tipo es un ex militar convertido en evangélico que niega la dictadura, se jacta de su machismo, dice que las mujeres son inferiores, quiere barrer con los homosexuales y es muy probable que en las próximas elecciones de Brasil salga presidente. Muchas personas hasta ahora defienden la «libertad de expresión» de Bolsonaro para promover su discurso de odio, si sale presidente tengan en claro que no respetará la libertad de expresión de nadie.
Y es así como llegamos a José Antonio Kast. Que ha dicho brutalidades misóginas como que “el único inocente en una violación es el niño que va a nacer”, quiere prohibir la píldora después e incluso normalizó las violaciones. Promueve la homofobia, el fanatismo religioso, el racismo, la xenofobia, niega los crímenes de la Dictadura, quiere permitir el uso de armas y está a favor de encarcelar a personas sin pruebas… ¿Les suena parecido el discurso a Duterte y Bolsonaro?
Muchos homosexuales se suicidan por el odio contra ellos que promueve José Antonio Kast, muchos nazis golpean inmigrantes por lo mismo, ni hablar de las cientos de mujeres que son asesinadas mientras Kast sigue pensando que son personas de segunda categoría. La homofobia, la misoginia y el racismo no es «pensar distinto» ni menos forman parte de la «libertad de expresión», son discursos de odio que no pueden ser tolerados.
Como explica con peras y manzanas esta columna, es tiempo de entender que al fascismo no se le discute ni se le da tribuna, se le aplasta y destruye. La tolerancia hacia ellos es precisamente lo que ha permitido a la ultraderecha avanzar en todo el mundo, y si la “izquierda” sigue amarilleando y prestándole ropa nos van a pasar por encima. Porque ténganlo claro, mientras algunos siguen defendiendo la «libertad de expresión» de los fascistas, ellos son los primeros en silenciar a todos cuando llegan al poder.