A propósito de todo lo relacionado con «NIDO», el foro donde los niños rata y los incels se ponían de acuerdo para acosar mujeres, que actualmente está siendo investigado por la PDI y cuyo creador se terminó suicidando, vale la pena recordar que la mayoría de sus usuarios son seguidores de José Antonio Kast, machistas orgullosos que odian a las mujeres. Donde por ejemplo, en diciembre un seguidor de Kast golpeó a mujeres que protestaban contra los femicidios. Pero, ¿Qué significa ser un INCEL? Artículos de El País, Verne y The Huffington Post explican este fenómeno:
“¡La Rebelión Incel ya ha comenzado!”, escribía Alek Minassian (25 años) en un post de Facebook (ahora borrado) minutos antes de arrollar con una furgoneta a más de veinte personas en Toronto y posteriormente darse a la fuga. Diez fallecidos y al menos quince heridos en un ataque deliberado que, en principio, suscitó las alarmas sobre un posible atentado terrorista. Lo que había detrás en realidad era un grupo que se denomina a sí mismo como ‘célibes involuntarios’, que culpan y atacan a las mujeres por no querer mantener relaciones con ellos
El término incel no es nuevo. A pesar de ser acuñado por primera vez en 1993 por una mujer queer que aludía a su celibato como una consecuencia de su físico –con la intención de crear una comunidad en línea basada en el apoyo entre personas que también se sintieran así– Este adquirió posteriormente una connotación de odio y alcanzó dimensión pública en 2014 con Elliot Rodger. Autodenominándose como uno de esos ‘incels’, el asesino de 22 años atribuía la matanza de seis personas que perpetró en el campus universitario de Isla Vista (California), y su posterior suicidio, al rechazo de las chicas. “Me he visto obligado a soportar una existencia de soledad, rechazo y deseos insatisfechos, y todo porque las chicas nunca se han sentido atraídas hacia mí. Ellas dieron su cariño, sexo y amor a otro hombres, nunca a mí. Todavía soy virgen, ni siquiera he besado nunca a una chica”, decía en el vídeo previo que grababa antes de acometer los actos de apuñalamiento, atropello y tiroteo. “No sé por qué no os atraigo a vosotras, chicas, pero os voy a castigar por ello… Finalmente veréis quién soy de verdad, el ser superior, el auténtico macho alfa”.
Su discurso lo convertiría en ídolo del movimiento gestado en internet y con quien el propio Minassian ha querido identificarse a través de su mensaje en Facebook antes del atropello en Canadá: “¡Saluden todos al Supremo Caballero Elliot Rodger!”, escribía. “Vamos a derrocar a todos los ‘Chads’ y ‘Stacys”. Los nombres que el canadiense utiliza pertenecen a la jerga propia de la comunidad, que clasifica así a los hombres y mujeres atractivos que, según ellos, sí pueden acceder al sexo y al amor. Y, como ilustran en la web Racked basándose en las descripciones que los usuarios dejan en los foros ‘incels’, las ‘Satcys’ son mujeres con un “cuerpo naturalmente curvilíneo, tetas grandes y culo que dan a los hombres erecciones instantáneas”. El resto de ellas (que entrarían a su vez en el grupo de los ‘normies’) son clasificadas como ‘Beckys’, las que “usan ropa holgada para ocultar tetas pequeñas o culo plano y que tienen la necesidad de llevar pantalones de yoga súper ajustados para obtener algunas miradas”.
“Este hecho de convertir a ‘la otra’ en algo objetual e identificarla como un ‘no yo/no igual a mí’ es un pensamiento común en todas las personas reaccionarias y fanáticas”, explica la socióloga experta en Género Capitolina Díaz. “Como ocurriera con los nazis hacia los judíos, poner a las mujeres en esa condición de ‘no humanas’, con la que no te identificas, ‘permite’ que estas personas justifiquen la cosificación, la agresión e incluso el asesinato”. Y además, añade, “obvian el hecho de que los seres humanos no son solo corpóreos, no tienen en cuenta el pensamiento. Las imágenes que han creado de las mujeres no son en absoluto existentes, las ven exclusivamente como cuerpos”.
A favor de la violencia contra las mujeres
La gestación de esta subcultura no se explica sin internet. De nuevo, Alek Minassian se encargaba de reivindicar el origen movimiento ‘incel’ en su post de Facebook haciendo alusión a “4chan” (la plataforma ‘online’ en la que nació la derecha alternativa estadounidense). A finales de 2017 Reddit decidía prohibir la comunidad ‘incel’, un “grupo de apoyo” que contaba con más 40.000 usuarios en el que aparecían comentarios de apología de la violación y violencia contra las mujeres e hilos de discusión como “Todas las mujeres son unas zorras” o “Razones por las cuales las mujeres son la encarnación del mal”, según recogía The Guardian. Pero otros foros como incels.me siguen funcionando.
Capitolina Díaz explica así el fenómeno de creación de grupos fanáticos antimujeres: “Internet consigue lo que difícilmente ocurriría en la vida real, que dos personas que están en diferentes puntos del planeta conecten a través de una idea bárbara y poco habitual. Según la teoría ‘Número de Dunbar’, solo somos capaces de entablar relación con grupos de hasta 150 personas. Lo cual haría poco probable que, dentro de ese círculo, dos personas coincidan en una opinión tan extrema (como defender la misoginia o la violencia a las mujeres). Pero en internet, estas comunidades consiguen coger fuerzas y legitimarse entre ellos”.
A lo The Handmaid’s Tale
Este grupo de “célibes involuntarios” forma parte de un movimiento aún mayor y peligroso que se gesta en la red: el supremacismo masculino. Según ha reportado el Southern Poverty Law Center (organización sin ánimo de lucro defensora de los derechos civiles), la misoginia se ha posicionado con fuerza sobre este mapa de odios. Y el caso de Alek Minassian y Elliot Rodge no son excepciones en la relación entre el odio y el ejercicio de la violencia contra las mujeres y la ejecución de crímenes multitudinarios.
Un estudio de Everytown for Gun Safety, señalaba que, de las diez masacres que más víctimas se han cobrado en Estados Unidos, nueve de los perpetradores (todos hombres) tenían en su historial casos de violencia de género. En este contexto, la escritora Jessica Valenti hace un llamamiento desde su columna ‘Cuando los misóginos se convierten en terroristas’ en The New York Times: “A pesar de una gran cantidad de evidencias que conectan a estos asesinos en masa y grupos misóginos radicales, todavía nos referimos en gran medida a los atacantes como ‘lobos solitarios’, un error que ignora la forma prevenible de cultivar y alimentar deliberadamente el miedo y la ira de estos hombres”.
Denuncian una «conspiración» para humillarlos
La investigadora de la Universidad de Dublín, Debbie Ging ha sido la primera que ha indagado en profundidad en este fenómeno. Según sus declaraciones a la agencia Canadian Press, estamos ante un grupo de hombres que, al menos, han pasado periodos de seis meses sin sexo con una mujer -igual que son misóginos, prácticamente el 100% de ellos son heterosexuales y, además, muestran un rechazo profundo contra los gays- y que se unen en un espacio anónimo, en el que usan niks y avatares que ocultan en muchos casos su identidad, para lanzar mensajes contra las mujeres. «Entienden que hay una conspiración para humillarlos y hundirlos por parte de las mujeres, en la que ayudan los hombres que sí logran tener sexo; ellas ejercen una promiscuidad selectiva, dicen, que nunca los escoge a ellos», expresó Debbie Ging
Sostiene que sus raíces son profundas, hasta el punto de llamar al movimiento «subcultura», porque se extiende en «grados diversos» a numerosos estratos de la sociedad masculina. La «manosfera», como Ging la denomina, defiende que el sexo es un derecho de los varones que las mujeres les niegan, de ahí que haya corrientes organizadas que, incluso, están reclamando normas que atiendan su derecho, como si del de la educación o la vivienda se tratase. «En el siglo XXI, en el que se quiere saciar cualquier deseo, han entendido que la satisfacción carnal de sus necesidades debe ser garantizada, sin tener en cuenta en absoluto a la mujer», sostiene.
Por eso ya hay propuestas que reclaman a varios estados norteamericanos que se legisle el derecho a mantener relaciones sexuales, siempre que sea con mujeres heterosexuales (además de los gays, vetan también a las féminas con discapacidad), que las mujeres tengan prohibido por ley negarse a acostarse con ellos e, incluso, afinar cada cuánto tiempo ha de darse cumplimiento a los deseos del personal. Gings destaca la carga de conmiseración, humillación y autodesprecio que destilan las publicaciones de los incel, siempre entendiendo que ellos son las víctimas de una confabulación mundial.