Un nuevo escándalo envuelve a la Iglesia Católica chilena, y es que no suficiente con comprobarse que son una peligrosa red de pedofilia, un grupo de religiosas de la localidad de Molina relató al programa Informe Especial los abusos sexuales, maltratos y humillaciones que sufrieron de manera sistemática por parte de sacerdotes. Según denunciaron las ex integrantes del convento Las Hermanas del Buen Samaritano, durante años fueron consideradas “ciudadanas de segunda clase”, siendo explotadas y ninguneadas de manera constante. Notas de La Tercera y Radio Bío Bío detallan:
La exreligiosa Eliana Macías señaló que fue violentada sexualmente por un sacerdote, al que no individualizó: “la primera vez que me vio, en Molina, me queda mirando y me dice “esos senos están muy abajo” y me pescó así para arriba”. Y agregó que “entraba a las habitaciones y entonces justo llegó a mi cama y me levantó la ropa. Dijo: “hace mucho frío aquí”, yo me levanté y dije ¿quién está aquí?”. Se metía a las piezas de las monjas”. Otra exmonja, Celia Saldivia, señaló: “el sacerdote siempre estuvo abusando de las hermanas, sexualmente”. “Muchas veces vi a las hermanas desnudas en la habitación, revisándolas él. En España, generalmente en la habitación de él”.
Yolanda Tondreaux agrega: “(un cura) me abrazó, me aceró a su pecho, ¡a su pecho! y comenzó a darme besitos, ¿es normal que le den besos a las monjas en la cara llegando a los labios? ¡un cura! y me zafé porque me di cuenta, me dio asco. Dije padre, disculpe me está llamando la madre, y me responde el cura “ya, anda hija, pero vuelve luego”. Disculpen la palabra “¡a la cresta! y a lavarme las manos bien lavadas con jabón y la cara, ¡porque un cura me manoseó! ¡un cura!”. Además, se denunciaron abusos por parte de mujeres religiosas que tenían rango sobre otras. Así lo relata Consuelo Gómez: “Una vez estaba llorando. Ella me dijo ‘No llore, porque me vas a obligar a subir a tu cama’. Ella sube, me empieza a hacer cariño y de repente la siento acá al frente. Aparte de besar, me comenzó a manosear y se dio toda la cuestión. Empezó a manosear, de arriba a abajo”.
Las religiosas dijeron haber relatado los hechos a su superiora, Patricia Ibarra Gómez. “(Ibarra) me sacó, como si fuera una terrorista y me quitó todo. Me transformé en la sirvienta de ellas por haber denunciado el abuso. Que parezco una perra detrás de la hermana, esas mismas palabras me dijo”, contó Gómez, quién agregó que el entonces obispo Horacio Valenzuela (exalumno de Karadima en El Bosque) estaba enterado de estos acontecimientos, pero que no hizo nada. Además, las ex religiosas declararon haber sido obligadas a ser sirvientas de los sacerdotes sin recibir sueldos ni cotizaciones. “El trato fue de empleadas, porque nosotras trabajamos todo el día, y eso que yo estaba delicada de salud, tenía que trabajar”, contó Macías. “Nosotras eramos las últimas, de todo, llegaba alguien y era ‘ya, vayan a comer pa fuera’. Llegaban los curitas y ‘oye tú, ¡sal de ahí!’. El cura tenía la preferencia y había que sonreír y tratar bien al padre mientras nos estábamos escondiendo de ellos”, comentó Tondreaux.
Tondreaux comentó que “hermanas que lo han dado todo, 20, 30 años de vida religiosa, han salido a la calle con lo puesto. Han mendigado, han ido de un lugar a otro para poder sobrevivir”. Tondreaux incluso fue más allá. Según dijo, fue testigo de la entrega de cheques por hasta 20 millones de pesos a religiosos que enfrentaban denuncias por abusos, como el expárroco Fernando Karadima. Pese a ello, de acuerdo a su versión, ella y 22 hermanas fueron desvinculadas de la congregación sin ningún tipo de beneficio.
El grupo de monjas denunció los hechos en un encuentro con Jordi Bertomeu en la Nunciatura Apostólica, quien fue enviado a Chile junto con Charles Chicluna por el Papa Francisco para recabar antecedentes por los casos de abuso en que estaban involucrados sacerdotes. Eso sí, las religiosas señalaron que aún no reciben respuesta oficial de ningún ente de la Iglesia Católica.
- La Iglesia Católica chilena no puede opinar absolutamente de nada más en su vida. No tienen moral alguna para hacerlo
- ¿Terminamos de entender que la única Iglesia que ilumina es la que arde? Cada uno puede seguir creyendo en lo que estime conveniente, pero las Iglesias tienen que desaparecer. No son más que redes de pedofilia y abuso sistemático de mujeres