No suficiente con evadir impuestos, tener contaminado todo el norte de Chile y despedir a cientos de trabajadores para fomentar la precarización laboral, el delincuente de Andrónico Luksic, fue fundamental en la formación de la actual presidenta de Croacia, Kolinda Grabar, una ultraderechista neonazi que promueve el racismo, la xenofobia y está en contra de los derechos de las mujeres. Notas de Pikara Magazine, Resumen Latinoamericano y El Desconcierto detallan:
Uno de los personajes más comentados y que se llevó todas las miradas durante el Mundial de Rusia 2018 fue la presidenta de Croacia, Kolinda Grabar. La mandataria fue ampliamente alabada por la prensa por su personalidad carismática y por haber pagado con su propio dinero las entradas y estadía en el campeonato de fútbol. Un poco alejada de la figura que la prensa ha construido de ella, la mandataria también es líder de un partido de ultraderecha, con el que ganó las elecciones hace ya cuatro años: la Unión Democrática Croata. Este movimiento se caracteriza por ser antiinmigración y desde que se encuentran en el gobierno, según Amnistía Internacional, han adoptado como política denegar las solicitudes de asilo a refugiados y migrantes.
Bajo el mandato de la ahora famosa presidenta Kolinda Grabar-Kitarovic, Croacia expulsó a refugiados sirios, obligó a las mujeres a llenar formularios sobre su conducta sexual para poder acceder a anticonceptivos y restringió el acceso a hospitales públicos a la minoría gitana (…) Sobre su relación con la ultraderecha internacional, en 2016 la presidenta se tomó una fotografía junto a un grupo de hombres y la bandera de los ustachas, una organización racista y nacionalista que ha participado de varios crímenes contra judíos, serbios y otros pueblos.
Colectivos feministas, LGTBIQ y de derechos humanos esperaban que la necesidad de alimentar las cientos de horas destinadas a informar sobre su selección nacional, finalmente subcampeona, les permitiese colar en los medios internacionales el asedio que sufren en su país a causa del auge del neofascismo y del fundamentalismo católico. No ha sido así, pero quienes sí han aprovechado este fenómeno futbolero han sido los colectivos antiaborto, que han convertido una moneda acuñada en el año 2000 por el Banco Nacional croata con la imagen de un feto en el símbolo de su lucha durante el Mundial. Justo, cuando la exrepública yugoslava se encuentra inmersa en la elaboración de una nueva ley del aborto, estos grupos antiaborto han lanzado una campaña para la celebración de un referéndum para prohibirlo.
“Estamos viviendo una situación muy alarmante desde que el partido conservador llegó al Gobierno en 2016. Nos enfrentamos al intento de prohibir el aborto –ahora legal hasta la décima semana de gestación–, al aumento de los delitos de odio contra el colectivo LGTBIQ, a la oposición del Gobierno a luchar contra la violencia contra las mujeres. Y a los estereotipos que una sociedad tan conservadoramente católica como la croata nos adjudica a las mujeres: tenemos que ser sumisas, madres, esposas…”, explica Petra Karmelic, una de la docena de activistas feministas de la Red de Mujeres Croatas, que se disfrazó, el pasado 4 de marzo, de las criadas de la serie basada en la novela de Margarit Artwood, que aborda un escenario distópico en el que las mujeres son privadas de sus derechos y explotadas para la gestación de bebés para las familias pertenecientes a la clase gobernante.
En cuanto a su relación con Chile, hace unos meses la mandataria habló con El Mercurio sobre su relación con algunos empresarios croatas radicados en el país. Allí Grabar mencionó a la familia Luksic por “la valentía de invertir en Croacia durante la guerra, lo que fue tan increíblemente importante para nuestra confianza”. La presidenta contó que los Luksic invirtieron más de 600 millones de euros en el país, monto del cual también se desprendieron becas de estudio y/o especialización. Grabar fue una de las beneficiarias de la Beca Luksic para cursar un programa ejecutivo en la Universidad de Harvard. “Viéndolo ahora que me he convertido en la Presidenta de Croacia, probablemente fue una buena inversión para la familia Luksic“, mencionó.
¿Qué lecciones podemos sacar de esto? Que si Luksic anda financiando neonazis no nos debería extrañar que también esté financiando a José Antonio Kast, y de paso, que Luksic literalmente es dueño de dos países… Síganle diciendo «Tío» a este peligroso delincuente