En septiembre se cumplen 20 años de la ley que terminó con los hijos ilegítimos en Chile, donde tras cinco años de discusión legislativa, el Congreso aprobó una ley que les otorgaba un trato igualitario a todos los hijos nacidos en Chile, independiente de las circunstancia de su nacimiento, es decir, si habían nacido dentro o fuera del matrimonio. ¿Por qué recordamos esto? Porque la misma derecha que hoy día se opone a la educación gratuita y a la despenalización del aborto, también se oponía a reconocer como légitimos los hijos concebidos fuera del matrimonio. Sus argumentos, tan miserables como siempre, ojo con las opiniones de Hernán LÑarraín y Andrés Chadwick, actuales ministros del Gobierno de Sebastián Piñera.
Alberto Cardemil
“En efecto, la Constitución Política asegura a todas las personas la igualdad ante la ley; pero tal garantía supone que los sujetos destinatarios de tales derechos se encuentren bajo el mismo supuesto normativo (…) El caso de los hijos legítimos y de aquellos que no lo son, se encuentran bajo supuestos normativos distintos, ya que los primeros han sido concebidos durante el matrimonio válido de sus padres y los segundos no. En consecuencia, entre uno y otro existe una diferencia que se basa en un hecho racional que resulta ser el matrimonio válido de sus padres (…) las diferencias que establece el Derecho Civil entre los hijos de la familia y los que no lo son no es arbitrario”.
Carlos Bombal
“El matrimonio putativo es una institución que, como muchas, proviene de la legislación canónica y que pasó a la civil. A nuestro juicio, es una manera clara de que la legitimidad de los hijos se produce por haber sido concebidos dentro del matrimonio de sus padres; es decir, la causa eficiente de la legitimidad la da el matrimonio que genera la familia. Mientras seguimos diciendo que el matrimonio no es vinculante como elemento clave para la fundación de una familia, estamos dando cada día más señales que propician el aumento de los embarazos juveniles y el crecimiento de la pobreza en nuestro país. Ello, porque los niños nacidos sin unidad de los padres generan pobreza en la mujer y en los hijos. Y no porque la ley lo disponga, un hijo nacido fuera del matrimonio dejará de ser desigual respecto de otro que cuenta con padre y madre reconocidos en el orden social”.
Miguel Otero
“Serias dudas acerca de si un hijo nacido fuera de matrimonio debe ser equiparado con los que nacieron dentro del matrimonio en materia de herencia. Puede darse el caso de que el nacido fuera del matrimonio sea de tierna edad al momento de morir el padre. En este caso se plantearía una especie de derecho de alimentos post mortem. Pero fuera de este caso, no me parece aceptable que el hijo de una aventura adulterina tenga derechos iguales a los hijos legítimos en materia de herencia”
Jovino Novoa
“Si la definición inicial que tomamos en la ley es que no existe ninguna diferenciación, probablemente será imposible resguardar en forma debida los derechos que afecten a una familia constituida en torno al matrimonio. Si, por el contrario, aceptamos la diferenciación entre hijos matrimoniales y no matrimoniales, lo único que haremos será reconocer un hecho, una realidad”.“Considero que aceptar el que existen hijos matrimoniales e hijos no matrimoniales solamente es reconocer una realidad. Cuando la ley trata de alterar como son las cosas, se producen consecuencias jurídicas y dificultades de interpretación”,
Augusto Pinochet
“Eliminar la distinción entre hijos legítimos e hijos ilegítimos, sin ningún tipo de resguardos que eviten perjuicios a la institución del matrimonio, se termina por causar un grave daño a este núcleo fundamental de la sociedad. De aprobarse el proyecto en los términos actuales, se estará dando una muy mala señal a la sociedad, en el sentido de que ¡da lo mismo procrear dentro del matrimonio que fuera de él!”.
Andrés Chadwick
“No se trata de que el proyecto, en sí mismo, destruye la familia, porque sería una exageración plantear el asunto en esos términos. El punto radica en que, unido a otras iniciativas y en la perspectiva de la cultura en que hoy nos desenvolvemos, contribuye a ir debilitando el concepto de familia, el de matrimonio. Los va confundiendo. Ya no es claro quiénes son los integrantes de esas instituciones, cuáles son sus atribuciones, cuáles son sus deberes, desde el momento en que otros que no pertenecen a ellas pasan a asumir iguales responsabilidades o pueden acceder a iguales derechos”.
Hernán Larraín
“No responde a un criterio realista intentar que la ley iguale aspectos de la relación humana que la naturaleza ha hecho diferente (…) es necesario disponer reglas diferentes para los cónyuges y para los que sólo conviven sin casarse, y también reglas para los padres, que no son las mismas de los hijos. Cuando entran en colisión derechos de hijos o descendientes surgidos del seno de esa familia, formada consciente y regularmente, con los de hijos o descendientes nacidos de relaciones no formalizadas jurídicamente, el legislador se ve ante una alternativa insoslayable, que no admite términos medios: o protege y ampara la relación constituida en forma legal y favorece los derechos de esa comunidad familiar, o, sencillamente, la ignora y considera que ella carece de suficiente entidad jurídica como para efectuar una distinción razonable de derechos entre los que forman parte de la misma y quienes le son ajenos”
“Éste es el grave peligro que se cierne cuando se propone legislar haciendo tabla rasa de las distinciones entre las posiciones jurídicas de los hijos. Si no se hacen diferencias, es porque el sistema jurídico, como tal, desconocerá la virtualidad jurídica de la institución matrimonial. Se ha dicho que las altas tasas de ilegitimidad vigentes en nuestra sociedad, que superarían el tercio de los nacimientos anuales, justifican el propiciar una legislación igualitarista, ya que la normativa anterior habría probado su fracaso en propender a que los niños nazcan dentro de matrimonio. En realidad, el raciocinio debiera ser el inverso: si con una legislación en que se favorece marcadamente la constitución regular de la familia por medio de la unión matrimonial de los progenitores se ha llegado a estas cifras de ilegitimidad, ¿cuán catastróficos podrán ser los efectos de una regulación que suprime casi por completo la relevancia y el “favor iuris” del matrimonio?”.
- ¿Por qué la derecha defiende tanto el concepto conservador de la familia? Por el orden patriarcal que aquello significa, más aún considerando que todo el sistema económico capitalista se sustenta en el trabajo no remunerado de la mujer asumiéndose como dueña de casa y postergándose como persona
- Como sociedad tenemos que entender que la Derecha siempre estará del lado equivocado de la historia. Sólo existen para defender los intereses de la Clase Dominante, jamás los de la Clase Trabajadora. Si fuera por ellos aún existiría la esclavitud, las mujeres serían personas de segunda categoría, y tanto la salud como la educación no serían considerados como derechos