Hoy, en un nuevo capítulo de nuestra sección: «Los Provida sólo son Piscópatas Antimujeres», el empresario Nicolás Ibáñez, famoso por golpear a sus esposa y comprar todos los diarios para que no leyeran la noticia, ahora abandonó a su hija luego de enterarse que se embarazó estando soltera. Cabe recordar, que Ibáñez tiene un escandaloso prontuario delictual, es dueño de la organización fascista «Libertad Para el Progreso» y es el principal financista del mentiroso profesional Axel Kaiser. Con respecto al abandono de su hija, un artículo de The Clinic detalla:
Carolina Ibáñez Varela recibirá en mayo próximo el último sueldo de parte del grupo Drake, controlador de Chile+Hoy, una entidad desde la que el empresario Nicolás Ibáñez distribuye aportes a un conjunto de fundaciones y ONG. Es lo que le correspondería si se hubiera respetado su fuero maternal, mientras trabajaba como directora ejecutiva de esa fundación. A partir de entonces, estará formalmente desempleada y quedará sin una fuente de ingresos con qué sostenerse. La abogada era hasta hace poco uno de los pilares fundamentales en la faceta filantrópica del empresario chileno y en abril de 2017, poquito antes de quedar embarazada, daba una entrevista a Revista Capital relatando lo mucho que le había costado tomar la decisión de dejar la carrera que se había forjado por cuenta propia, para trabajar junto a su padre.
Menos de un año después, a través de un intermediario, su padre le informó que había perdido su confianza y que debía desbaratar el equipo que había formado. ¿Qué pasó entremedio? Carolina se enamoró del periodista y cineasta Pablo Donoso, a quien conoció en un viaje a Puerto Williams, mientras él prestaba servicios para Chile+Hoy. Comenzaron una relación y, al poco tiempo, ella quedó embarazada.
Carolina Ibáñez se enteró del embarazo mientras estaba en un viaje de negocios, pero no se atrevió a decirle a su padre. Pablo Donoso, hijo de la reconocida fotógrafa Pin Campaña y del también fotógrafo Max Donoso, a pesar de que el embarazo no había sido planeado, la apoyó en su decisión de tener la guagua. Pero ella, entonces de 31 años y soltera, aguardó un par de meses para darle la noticia a su padre. Le contó en una conversación telefónica “y su primera reacción fue buena”, afirma una amistad de Carolina Ibáñez. Inicialmente, la felicitó.
“Él empezó a hostigarla en el trabajo, a cuestionar sus decisiones, a decir que los dineros estaban mal administrados”, afirma una persona que trabajó en Drake. En lo personal, varias personas presenciaron escenas en que, ante la llegada de su hija con su pareja, Nicolás Ibáñez lanzaba comentarios como: “Aquí viene el huevón que preñó a mi hija”. O a decir que su hija tenía problemas emocionales y que por eso se había aprovechado de ese “pijecito” para “preñarse”. Las discusiones de Carolina con su padre se hicieron habituales en las oficinas de Chile+Hoy, tanto presencialmente como por teléfono. “Este tipo de rechazo es el que lleva a muchas mujeres a terminar un embarazo y es muy contradictorio con la postura de él, que es pro vida”, comenta a condición de estricta confidencialidad una fuente cercana a la pareja.
Fuentes que tienen conocimiento cercano de estos hechos relatan que el día del parto, el 21 de febrero de 2018, Carolina estaba acompañada solo por su pareja, su suegra y por su madre, Carolina Varela, quien, a diferencia de su padre, la ha apoyado en todo el proceso. Carolina Varela se separó de Nicolás Ibáñez en el año 2000, después de haberlo denunciado judicialmente por maltrato físico y sicológico. Según decía en la causa 397-2000, publicada en un reportaje de la periodista Marcela Ramos en La Nación Domingo, los ataques constantes de su marido le provocaron bulimia, angustia y depresión. Aunque él negó los cargos, Cecilia Noguera Echeñique, la madre de Carolina Varela, con quien Ibáñez estuvo casado 18 años y tuvo tres hijos, confirmó el testimonio de su hija y relató, entre otras cosas, un episodio que vivieron para una fiesta de Año nuevo: ella y su hija estaban en la cocina, cuando de pronto entra Ibáñez “y pesca a mi hija, la saca del pelo, arrastrándola por la alfombra del comedor (…) Este hecho fue para nosotros una muerte en vida”.