A propósito de las burlas generadas por la «meritocracia» de los hijos de Piñera, ahora que el delincuente de su padre los apitutó en importantes reuniones en China para promocionar su empresa que crearon hace apenas 4 semanas, vale la pena recordar que ambos vagos, que no saben diferenciar un serrucho de un martillo ya que jamás han trabajado, son accionistas de Bancard desde los 13 años y ya tenían una fortuna 520 millones de pesos cada uno. Una nota de Ciper Chile detalla esta historia de superación:
Al menos dos de sus hijos todavía eran menores de edad cuando Piñera los incorporó como socios de sus empresas. Esto demuestra que ellos no generaron el dinero que hoy está a su nombre y que su patrimonio está completamente fundido con el de su padre. En 1997, Cristóbal Piñera Morel tenía apenas 13 años y su hermano Sebastián, 15. De enero de ese año data la primera publicación en el Diario Oficial que los sitúa como accionistas de Inversiones Bancard Limitada, junto a sus hermanas Cecilia y Magdalena. Cada uno de los Piñera Morel tenía entonces más de $520 millones de participación en esa sociedad. Sólo nueve meses más tarde, en septiembre de 1997, Sebastián Piñera creó en las Islas Vírgenes Británicas la sociedad Bancard International Investment Inc., la que sería representada por Inversiones Bancard Limitada, la sociedad en que participan sus hijos. De acuerdo a un documento oficial de esa jurisdicción, la empresa tiene un capital autorizado de casi US$103 millones (ver documento). Su nombre salió a la luz cuando se descubrió que a través de esa sociedad Piñera tenía acciones de la pesquera peruana Exalmar y que funcionaba como un vehículo de inversión en el exterior (ver el reportaje “Piñera offshore: las inversiones en Latinoamérica de su sociedad en un paraíso fiscal”).
La Iliada, la Odisea y la Eneida, las tres grandes epopeyas grecolatinas, no sólo están unidas en sus argumentos por la Guerra de Troya, sino también por Sebastián Piñera. A partir de 2006, el ex mandatario creó una nueva línea de sociedades familiares para administrar su fortuna, a las que bautizó con el nombre de los tres relatos épicos. La primera en emerger fue Odisea. Su antecedente en la estructura societaria del empresario data en realidad de 2004, cuando junto a sus cuatro hijos constituyó Piñera Asociados como sociedad colectiva civil, una figura legal cuya característica principal es que no debe cumplir ninguna formalidad. Es decir, no debe publicarse su constitución en el Diario Oficial ni inscribirse en el Registro de Comercio, lo que la hace particularmente reservada para operar. Dos años más tarde, Sebastián Piñera la rebautizó como Inversiones Odisea Limitada.
En su constitución, la sociedad se caracterizó por el bajo aporte del padre –sólo $18 millones– mientras que cada uno de sus hijos figuraba invirtiendo $4.495 millones. A esa fecha, Cristóbal, el menor de los Piñera Morel, tenía 20 años y era estudiante de Sicología. Su hermano Sebastián probablemente estaba terminando su carrera de Ingeniería Comercial y Cecilia estaba recién titulada de pediatra. Magdalena, la mayor, es profesora de Historia y para entonces ya tenía varios años de experiencia laboral, pero nada que le permitiera invertir más de $4 mil millones. Una cosa que resulta curiosa es el acceso que tenían los hijos de Piñera a la fortuna de la que en teoría ya eran dueños. Cuando en 2012 Cristóbal Piñera lanzó un emprendimiento en internet, señaló que pidió dinero a terceros y no al entonces presidente, y que como tuvo que renunciar a su trabajo debió volver a vivir a la casa de sus padres: “Viví seis meses de ahorros, me restringí de varias cosas que hacía antes”, dijo a La Tercera. Hablaba como un hijo de la clase media y no como el joven multimillonario que figuraba en las escrituras de las diversas sociedades familiares que integraba.
¿Ustedes tienen más de 13 años y siguen siendo pobres? Trabajen resentidos! Aprendan de la historia de esfuerzo de los hijos de Piñera…