Mientras tenemos a a decenas de «valientes soldados» justificando los asesinatos y torturas que comentieron durante la Dictadura Cívico-Militar asegurando que «sólo cumplían órdenes», vale la pena recordar al conscripto Michel Nash, un militante de las Juventudes Comunistas, que fue asesinado por el Ejército simplemente por negarse a levantar armas contra el pueblo. Un artículo de Radio Villa Francia cuenta su historia:
La historia de Michel Nash contrasta con la de centenares de militares que han sido procesado a lo largo de estos años y que han alegado, a modo de defensa, que “solo cumplían ordenes”. Así, estos militares, hoy varios de ellos procesados y algunos cumplen condena en el penal Punta Peuco, fueron parte de quienes asesinaron, torturaron y desaparecieron a miles de chilenos durante los 17 años que duró la Dictadura cívico militar que encabezó Augusto Pinochet. Nash por el contrario, se rehusó a cumplir esas ordenes y a sus cortos 19 años pagó con su vida su gesto de consecuencia y de dignidad.
Michel Selim Nash Saez, era un joven soñador, militante de las juventudes comunistas, desde joven fue reconocido por sus vecinos de Recoleta como un líder innato, a los 16 años organizó junto a algunos de sus vecinos el comando de unidad popular Gamal Abdel Nassar, con el cual jóvenes y adultos trabajaban en el apoyo y difusión del gobierno de la Unidad Popular que encabezaba Salvador Allende. Junto a su padre trabajó en la distribución de las Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP), rayaba muros denunciando el acaparamiento y llamaba a reuniones a sus vecinos denunciando el mal funcionamiento de las junta de vecinos de su sector.
En Junio de 1972 Michel Nash cumplió 18 años y fue llamado a realizar el servicio militar, sus padres trataron de eximirlo pero no pudieron, a lo cual en Abril de 1973 Michel fue trasladado para cumplir con su deber al regimiento Granaderos N°2 de Iquique. En crónica escrita por la periodista independiente Maxi Lowy durante el 2004, esta ahonda en los días de Michel como conscripto y las circunstancias que lo llevaron a su muerte en el relato de su familia.
Michel alcanzó escribir solamente dos cartas a su familia en Santiago. “No era muy bueno para escribir. Prefería hablar, no escribir“, explica Lelia. La primera carta que Michel escribió a su familia detalló todo lo que hacía. Les contó que la disciplina era dura pero que estaba bien. Quizás por su don de liderazgo o simplemente por su aspecto – alto, de tez blanca, ojos claros, pelo castaño – que correspondía a la mirada clasista del Ejército de las características de un líder militar-, le habían ascendido a jefe de plana mayor a cargo de su propio grupo de compañeros.
La segunda carta la escribió después del llamado “tanquetazo”, la sublevación del Regimiento Buin del 29 de junio de 1973. “Nos dijo que cambió el trato en el Ejército“, cuenta Lelia. “Le trataban distinto como con la punta de la bota”. “Anteriormente ese tiempo no se le ocurría a nadie ocultar las cosas, por ejemplo que fuese integrante de la Jota. No existía el sentimiento de temor. La gente expresaba sus ideas abiertamente“. Una vez Michel les llamó por teléfono. “Nos preguntaba porque no le escribía más. Pero el niño estaba bien y no teníamos porque preocuparnos“, afirma su madre.
Después del golpe, sí se preocupó por su hijo. Ana Saez buscó los medios para viajar al norte para asegurarse de la situación de Michel. “En camino a Iquique, me quedé dormida y desperté al darme cuenta que estaban allanando el bus. Una vez en Iquique fui al Regimiento y pregunté por mi hijo. Sentada afuera, un teniente me dice, “Así que usted es la mamá de Michel Nash.” Me contó que mi hijo estaba en Pisagua. Como puede ser? le pregunté. “Para evitar males mayores hay que separarlos”, me explicó. Sus palabras me dejaron angustiada. Me puse a llorar y llorar. Se acercó otro hombre y me dijo, ‘A estos jóvenes hay que tenerlos con cuidado’ como si fuera peligroso. Cuando el teniente me vio muy afligida me llevó para tratar de hablar con Carlos Forestier pero no me recibió. Entonces el teniente me aconsejó que hablara con el abogado del Ejército. El abogado me aseguró que mi hijo estaba bien, que donde estaba tenía cama y comía bien“.
La familia supo después que Michel quedó impactado por ser obligado a participar en allanamientos en Iquique. Se puso de acuerdo con un amigo y fueron a pedir la baja para venirse a Santiago. Se presentaron ante sus superiores, quienes les preguntaron los motivos por su renuncia. Los dos conscriptos respondieron que no estaban de acuerdo con la forma violenta de tratar a las personas ni a disparar contra su pueblo. Les dieron la baja pero a la salida del Cuartel les tomaron detenidos. El 12 de septiembre les llevaron al Regimiento de Telecomunicaciones y de allí a Pisagua. Michel Nash estuvo poco más de una semana en el Campo de Prisioneros de Pisagua. Al principio, los demás presos lo creyeron un infiltrado y evitaron relacionarse con él. “Sin duda fue muy doloroso para él. Recién cuando le llevan a interrogatorio y volvió muy mal a la celda se dieron cuenta del error que habían cometido. Lloraba en un rincón. Otros presos le consolaron y le levantaron el ánimo“.
Varias personas que fueron prisioneros en Pisagua declararon ante el Ministro Juan Guzmán Tapia sobre lo que sucedió el día 29 de septiembre de 1973. Antes de mediodía el teniente coronel Ramón Larraín, comandante del campo de “prisioneros de guerra”, ordenó a los cerca de 600 prisioneros a formarse afuera de sus celdas. Pasaron lista y Larraín pidió seis voluntarios para realizar tareas de pintura. Después dijo que necesitaban otros seis personas para instalar unos pilotes. Estos seis últimos (Juan Calderón Villalón, Marcelo Guzmán Fuentes, Luis Lizardi Lizardi, Nolberto Cañas Cañas, Juan Jiménez Vidal y Michel Nash) no fueron voluntarios, sino elegidos por cada oficial. Cuando, más tarde, los oficiales regresaron al campamento sin los presos, la explicación oficial fue que se habían intentado fugarse, obligándolos a disparar.
En 1990 se descubrió una fosa clandestina en Pisagua, con 20 cuerpos, Michel no estaba entre ellos. La familia Nash-Saez fue fuertemente afectada por la ejecución de Michel. La casa fue allanada y el padre de Michel llevado detenido. Michel Nash padre falleció en 2002 con una gran pena por no poder hallar a su hijo, mientras su madre se consume por las interrogantes sin respuesta sobre la suerte de su hijo. “Desde que me dieron las noticias nunca asumí que mi niño estaba muerto. Siempre creí que mi hijo estaba vivo. Caí en que él debía haberse escapado, aferrándome a eso”. En el año 2001 el informe militar de la mesa de dialogo nombró a Michel Nash como uno de los detenidos desaparecidos arrojados al mar. En el año 2014 fue homenajeado con el nombre de una calle en la comuna de Recoleta, de modo de recordar su digno y valiente gesto.
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