El suboficial de Carabineros, Rodrigo Muñoz Cid, famoso por pedir matrimonio con uniforme y en horario de trabajo, fue condenado a ocho años de presidio efectivo por el delito de tortura. Un artículo de Radio ADN reveló las aberrantes torturas que cometían a estudiantes y vendedores ambulantes junto a otros carabineros de la Comisaría de Estación Central, amparados bajo el «Control de Identidad», las que incluían mordidas de perros, desnudamientos bajo amenazas de muerte y golpizas en grupo. Parte del artículo señala:
Durante esta jornada se realiza la audiencia de control de detención de 12 carabineros de la 21° comisaria de Estación Central. El Ministerio Público formalizó a los uniformados por los delitos de tortura, detención ilegal, apremios ilegítimos y falsificación de instrumento público, por adulteración de varios partes policiales, en una investigación que lleva adelante la Fiscalía por hechos desde octubre de 2016 hasta diciembre de 2018.
Estudiantes, comerciantes ambulantes, peatones acusados de lanzazos sin prueba alguna, un taxista y un funcionario del terminal de buses Santiago sur son parte de los denunciantes de estos delitos, quienes tienen como denominador común una garita en Alameda con Exposición, la comisaría y episodios de violencia. También, en la mayoría de los casos, se repetían los involucrados: el teniente Carlos Calderón, el subteniente Carlos Leal Aqueveque, en seis de ellos, y el cabo Carlos Soto.
En la formalización se expuso, por ejemplo, el caso de un taxista en una fiscalización que, al cursarle una infracción de tránsito, fue detenido. En el cuartel policial, fue agredido con golpes de pie y puño y también con bastones. Tras eso, y con su teléfono celular, el conductor trató de grabar al oficial que lo golpeaba, hecho que motivó más violencia por parte del policía y de otros compañeros. Incluso, su agresor le habría dicho «tengo 25 años y vo’h soi un pobre taxista guatón culiado», de acuerdo a su relato, antes de apuntarle con su arma de servicio, amenazándolo de muerte y quitándole el equipo.
Otro caso que llamó la atención es el de un transeúnte que fue denunciado por una mujer de haberle robado un celular. Tras capturarlo, fue desnudado por el subteniente Carlos Soto, quien le arrojó agua y lo golpeó sin que se hubiese comprobado su culpabilidad en el hecho. Sorprendió también lo narrado por un trabajador del terminal de buses Santiago sur, que fue detenido tras ser infraccionado por «vocear» pasajes. Él, además de ser golpeado, sufrió mordeduras de los perros de Carabineros en el rodoviario y, después, en la 21° comisaría de Estación Central.
Y el caso de dos mujeres – una de ellas menor de edad- que caminaban por el sector de Alameda con Exposición. Una patrulla de carabineros las pasó a llevar y, cuando ellas encararon a los policías, el subteniente Carlos Leal, nuevamente, se bajó del carro policial para golpearlas y llevárselas detenidas. Estando arrestadas, fueron agredidas con golpes de puño en la cara, obligadas a hincarse, e, incluso detallaron, que la más joven recibió escupitajos. Según el Ministerio Público, ambas mujeres resultaron con hematomas y con secuelas psiquiátricas, como trastornos de pánico y depresión. El parte de ese caso, como en varios de los otros incidentes denunciados, acusaba «maltrato de obra a Carabineros», los que al día siguiente eran formalizados, pero después sobreseídos.
Estas son las consecuencias de darle más poder a una institución completamente podrida por dentro, que no tiene filtro de selección y que les enseñan que están en una guerra donde las personas son el enemigo. Carabineros actualmente es una organización criminal llena de delincuentes y psicópatas que representan un peligro para la sociedad. O reestructuramos la institución ahora o vamos a terminar con narcopolicías como México