Estas dos semanas, hemos visto a toda la derecha repitiendo como loros que «hay que condenar la violencia» «hay que condenar la violencia», «hay que condenar la violencia». Una estupidez que no tiene sentido, que no soluciona ningún problema y que lo único que hace es esconder el problema de fondo: El fin del «modelo chileno» que nos llevó a este estallido social, el mismo sistema neoliberal que la Derecha hasta ahora siguen defendiendo.
El mayor problema es que el gobierno no tienen moral alguna andar llamando a «condenar la violencia», considerando que son ellos los que nos están matando. Han asesinado a 23 personas, 157 personas han perdido sus ojos por los disparos intencionales de Carabineros, hay 133 querellas por torturas y 19 querellas por violación. Por lo tanto, la Derecha no tiene moral alguna de llamar a «condenar la violencia». Hace rato que dejaron en claro que para ellos hay personas de primera y segunda categoría. O mejor dicho, que simplemente no les interesa la vida del pueblo.
El tema de fondo es entender que cuando el poder habla de “condenar la violencia” y «paz social», lo que en verdad quiere decir es el silencio de los explotados. Como dijo el académico Carlos Pérez: “Yo creo que la discusión sobre la violencia es de una hipocresía realmente galopante, yo lo he dicho muchas veces de esta manera. Las clases dominantes llaman paz a los momentos en que ellos van ganando la guerra, pero cuando nosotros tratamos de resistir, entonces hablan de violencia, apenas se ven amenazados hablan de violencia. La violencia es siempre la de los que resisten, nunca es la de ellos; la miseria en los hospitales, la destrucción de la educación pública, la miseria de las jubilaciones, el abuso de las leyes antiterroristas, no es violencia para ellos, la violencia es la de la resistencia”