Partamos por algo básico: Piñera es el principal problema de la crisis social que estamos viviendo. Fue él el que convirtió a dos cabros chicos saltando un torniquete en un estallido social, fue él el que tras un mes con el país paralizado sigue improvisando, sigue ofreciendo migajas y sigue sin presentar un paquete de profundas mejoras sociales. Lo único que hemos visto de Piñera es reprimir la violencia con más violencia, algo que lo único que ha hecho ha sido aumentarla exponencialmente, echarle la culpa a cualquier cosa menos asumir su propia responsabilidad y violar gravemente los Derechos Humanos, al punto de estar recibiendo condenas internacionales.
La Derecha completa se ha encargado de repetir como loros que «hay que condenar la violencia», un discurso inútil que no sirve para nada y que sólo busca eximir su propia responsabilidad. Supongamos que todo Chile firma ante notario un documento condenando la violencia, ¿eso acabará mágicamente con la violencia? Por supuesto que no. Más idiota e irresponsable es culpar al Frente Amplio y al Partido Comunista de la violencia, primero porque la han condenado constantemente, segundo porque son ellos los que están gobernando y el orden social es una responsabilidad del Estado. Todos condenamos la violencia en las calles, más aún las violaciones a los Derechos Humanos que está cometiendo el gobierno, algo que irónicamente, la misma Derecha que llama a condenar la violencia, es peligrosamente tibia al condenar.
La gente está cansada. Vamos a cumplir un mes de crisis y Piñera no puede seguir escondido, reprimiendo como única respuesta, no aceptando preguntas de la prensa y ofreciendo migajas. El inepto que tenemos de presidente sólo tiene dos opciones para acabar con esta crisis: Ofrecer un paquete de profundas mejoras sociales inmediatas o renunciar y llamar a elecciones anticipadas. No hay punto medio. Ya no están los tiempos para seguir aferrándose al modelo de explotación impuesto en Dictadura y tiene que ofrecer mejoras profundas a las personas que protestan en la calle. Y si simplemente no quiere hacerlo, que renuncie y llame a elecciones anticipadas. Seguir extendiendo el chicle con apenas un 9% de aprobación, a estas alturas, ya no va a funcionar.