Mientras la gran mayoría de la Derecha está apoyando el RECHAZO para defender los intereses de los grandes empresarios, y donde como saben que van a perder están desesperados intentando boicotear el plebiscito. Joaquín Lavín volvió a manifestarse a favor del APRUEBO, apuntando a la realidad del nuevo Chile que nació tras el Estallido Social: “La élite tiene que dejar de tener miedo a perder poder, porque ya lo perdió”. Parte de la entrevista realizada por La Tercera señala:
El 15 de noviembre pasado, Joaquín Lavín supo de inmediato que votaría por el “apruebo”. Y no solo eso; supo también que entre una convención mixta para redactar una nueva Constitución y una 100% elegida, él prefiere esta última. No se ha arrepentido un solo día, dice hoy. Tanta es su convicción, que a dos meses del plebiscito el alcalde de Las Condes y principal figura presidencial de la derecha se lanza como rostro del “apruebo” en su sector.
¿Por qué su sector político no considera que esto sea una oportunidad?
Porque nuestro sector político muchas veces ha hecho el rol de dique de contención. Y hay personas que piensan que si tú haces un cambio, por pequeño que sea, eso va a desatar todos los cambios. Pero eso finalmente termina siendo el cuento del lobo. Hay personas que yo estimo mucho, y que son grandes economistas, que me llamaron para decirme “lo que estás diciendo de aprobar el 10% es una locura. Va a quedar la escoba”. Y no pasó.
¿Y de qué se tiene que sanar Chile?
De las heridas que tiene y que en algunos casos se vienen acumulando de antes. En otros casos son más recientes. Para algunos son políticas, para otros son económicas. Cada cierto tiempo, en la vida de los países se producen estos momentos y creo que el acuerdo del 15 de noviembre, que permitió hacer esto, tiene su valor. No me gusta la palabra jodido, pero he leído la discusión en que se preguntan “cuándo se jodió Chile”. Y lo que yo quiero es transmitirles que Chile no se ha jodido. Al contrario: esta es una gran oportunidad. Y así como en la década del 90 también vivimos momentos de turbulencia, inesperadamente y probablemente fruto de los actores políticos del momento y de muchas razones, resulta que finalmente esas turbulencias dieron origen a nuevos consensos que duraron casi cuatro décadas y que fueron una gran etapa de prosperidad para Chile, pese a la crítica que hoy día se les hace.
¿Qué intransables debe haber para usted en una nueva Constitución?
Cuando hablamos de Chile tiene que ser distinto, ¿en qué? Puedo mencionar algunas cosas importantes. Uno, es que todos queremos vivir en el mismo Chile, y eso para mí es la integración social. Lo tengo claro desde mucho antes de este proceso constituyente; la integración social tiene que estar en el corazón del Chile nuevo. Esto no significa solo que haya viviendas sociales en Las Condes o en Vitacura, sino que los espacios públicos en La Pintana o en Puente Alto tienen que ser del nivel de acá y ahí tiene que haber un cambio profundo, que para mí tiene que estar en la Constitución, y es la relación entre el Estado y los gobiernos locales. Por ejemplo, todas las comunas deberían tener el mismo gasto per cápita: que todas puedan tener buenas plazas, buenos parques, que no haya esa diferencia de la calidad de la educación que hoy vemos.
Lo otro, es que por lo menos un 25% del gasto público que hoy se hace a nivel central, tiene que gastarse a nivel local. Y también es importante la igualdad, que va más allá del ingreso. Los países desarrollados, en general, tienen momentos de la vida en que todas las personas se encuentran en una especie de nuestra Plaza Italia… ¿Cuál es nuestra Plaza Italia? En otros países es la educación pública. Aquí no. Y creo que tiene que ser. Va a tener que ser. Este momento también como una gran oportunidad para la educación pública. Pero tiene que ser una educación pública de calidad, que enseñe inglés, todo eso. Y lo otro, es que el Estado chileno hace agua por todos lados, no da el ancho en nada, las políticas sociales del nuevo Chile van a ser muy distintas de las actuales. Por ejemplo, el fin de la focalización. ¿Por qué? Porque, en el fondo, Chile se transformó en un país de clase media.
¿Para usted ya no es relevante que en la nueva Constitución se mantenga que el Estado sea subsidiario?
En unas áreas sí y en otras no. Si me dices que el Estado debe garantizar derechos sociales, sí.
Hace poco usted planteaba también que hoy las decisiones ya no las toman las élites, sino que más bien vienen como desde abajo, ¿cómo se relaciona con su idea del proceso constituyente?
Parte de este traje nuevo que se necesita es porque como la sociedad cambió, la distribución del poder dentro de la sociedad cambió. El poder ya no fluye de arriba hacia abajo. O sea, en el fondo, antes las élites de todo tipo -políticas, económicas, académicas- eran las que dominaban. Hoy día el poder va de abajo hacia arriba, porque el poder está en la gente, en parte porque la sociedad cambió, en parte por las redes sociales, en parte porque ahora Chile es de clase media. Entonces, eso ha llevado a una crisis profunda de representatividad, y que eso requiere también de estructuras nuevas y el momento de discutirlo es la nueva Constitución. Hay una desintermediación, la élite que interpretaba ya no existe. Es la gente ahora la que manda, la que tiene el poder, la gente ahora se representa a sí misma.
¿Siente que eso es lo que genera temor a la gente que está por el “rechazo”? ¿Perder como sus espacios de poder y de decisión?
La élite tiene que dejar de tener miedo a perder poder, porque el poder ya lo perdió. Ya no lo tiene. Eso es estar aferrándose a una cuestión que ya no existe.