Existe algo de lo que poco se habla cuando de habla de Pamela Jiles: Que ella es socia y heredera de la empresa Caffarena. Estamos hablando de una multimillonaria que nació en cuna de oro, que jamás ha pasado hambre y que tiene su vida asegurada aunque no trabaje.
A lo anterior, súmenle que todas las personas que han trabajado con ella siempre hablan pestes por su trato despectivo y clasista. Esto es precisamente lo que recuerda el periodista Santiago Pavlovic en una carta que publicó años atrás, donde más encima revela que su carrera como periodista siempre fue un fraude. Parte de la carta señala:
Respuesta de Santiago Pavlovic a la columna de Pamela Jiles (“Rostros Cómplices”) donde ella le reclamaba haber sido director del Departamento de Prensa de TVN “al servicio de Pinochet” y no haber dicho nada “respecto de sus compañeros apresados, perseguidos, torturados y muertos en ese período”.
La inefable Pamela Jiles se erige en juez de algunos “rostros” de la televisión chilena y de alguna manera pide un Mea Culpa, y en esta suerte de neomaccarthismo me alude. ¿Qué puedo decir antes de replicar con mis propias andanadas a este emplazamiento con pretensiones de superioridad moral? En muchas ocasiones he hablado del tema. Empecé a trabajar en Televisión Nacional en 1970 y seguí laborando allí después de 1973. Me desempeñé en ese período en TVN y no es algo de lo cual me sienta particularmente orgulloso. Pero tampoco estoy muy orgulloso de haber trabajado en el período en que el Canal era administrado por la UP. En ambos períodos se le utilizó como trinchera política y los criterios periodísticos pluralistas, propios de las sociedades democráticas, no fueron respetados.
El error como dice don Ricardo dio paso luego al horror. Teníamos censores uniformados que dictaminaban lo que se podía emitir al aire. Pero, como muchos chilenos, necesitaba trabajar, tenía esposa e hijos, y además albergaba el sueño desde mis tiempos estudiantiles: escribir en un medio de comunicación que alguna vez pudiera convertirse en una voz distinta a la prensa empresarial. Después del 11 de septiembre seguimos laborando en el Canal periodistas como las hermanas Colodro, Patricio Caldichoury – actual Jefe de Informaciones de Chilevisión- , Gazi Jalil –actual Editor-Jefe de TVN-, René Schneider, Alipio Vera y muchos otros que nunca fuimos simpatizantes del Golpe de Estado.
En los meses que estuve como jefe interino –mis amigos de entonces en el canal, Gonzalo Bertrán y Emilio Benavides, me persuadieron para asumir el cargo y evitar eventuales abusos- no despedí a ningún periodista y a ningún camarógrafo. Efectivamente, algunos profesionales se exiliaron y otros fueron detenidos, entre ellos Dennis Jones, quien siguió reporteando en Televisión Nacional hasta su arresto y al que visité en la cárcel. Recuerdo incluso que Lucía Sepúlveda, periodista del Mir, fue a mi departamento en la Villa Portales a retirar sus últimas remuneraciones. Junto a mí trabajaron también profesionales de distintas corrientes, incluida mi amiga Patricia Politzer, a quien yo traje al Canal en 1973 y quien años después sería también amiga y jefa de Pamela Jiles en TVN, pero cuyo nombre no menciona en este avieso ajuste de cuentas.
Ciertamente solo duré algunos meses como Jefe interino de Prensa pues se me acusó formalmente, y con razón, de no participar de los principios de la Junta de Gobierno y el propio Director del Canal , el coronel FACH Eduardo Sepúlveda, un hombre bonachón y buena persona, me informó que el general Augusto Pinochet me consideraba un “infiltrado”. Fui reemplazado y “submarineado” un tiempo mientras trataba de conseguir una beca para estudiar en el extranjero; comencé a efectuar reportajes especiales que nunca fueron emitidos, trabajé como editor y luego obtuve una beca para estudiar cine y televisión en Alemania.
Hoy, Pamela está dedicada a la caza de brujas y no me extraña. Es parte de su estilo ex post, algo canalla y a la segura. Cuando estuvo en Informe Especial y en TVN nunca reclamó por nada, nunca firmó una carta de protesta por alguna censura o por alguna diferencia editorial con la dirección del Canal, o con el Directorio de TVN. Nunca tuvo una reacción pública frente a determinados medios de comunicación que nos atacaban por nuestra cobertura de derechos humanos.
Nunca nos acompañó en una pelea periodística, nunca se mojó su emplumado culo por algo o por alguien. Siempre se la veía profitando de sus buenas relaciones con el Director del Canal, Jorge Navarrete, el mismo que fue Agregado de Prensa en tiempos de Pinochet en Londres, pero que ella se cuida de mencionar en su crónica. Yo creo que muchas personas decentes, buenas, brillantes muchas de ellas, no están felices con la memoria de aquellos años. Debieron trabajar en una hora amarga, hubo equivocaciones, pero hablar de complicidad es echar sal en la herida, es mentir a sabiendas e infamar gratuitamente.
Inefable Pam… Siempre alardeando de su contactos y relaciones familiares con empinados y entorchados militares como su pariente, el general Izurieta Caffarena. Siempre sugiriendo que no le interesaba el sueldo del Canal porque ella percibía mensualmente un cheque de varios millones de la empresa Caffarena de la cual era socia o heredera (obviamente sin haber trabajado un día en ella) Siempre abusando con su trato despectivo y procaz de camarógrafos, compaginadores y asistentes que terminaron por odiarla. Suavecita con los de arriba y caraja con los de abajo. (Curiosamente ha sido Pam, la única periodista que ha salido del Canal sin que nadie lo lamente, sin una cena de despedida, sin que alguien la recuerde con afecto y consideración).
El trabajo, la perseverancia, la rigurosidad informativa – al menos en TVN- fueron siempre valores ajenos y cargas insoportables para Pam. Por eso, algunas veces la ayudé y enmendé sus despliegues de abrumadora ignorancia. Siendo su Jefe, la envié más de una vez a reportear al extranjero para que tuviera cierto roce internacional y aunque fuera por osmosis se le pegara algo de inglés o francés (¡nada!).
Pam se queja hoy de no estar en la televisión, pero ella ha sido una de las que más oportunidades ha tenido en Televisión Nacional y muchas de esas oportunidades las tuvo en Informe Especial y en otros programas pero generalmente las desaprovechó porque siempre buscó el camino fácil, explotando a camarógrafos y asistentes de producción, descargando en ellos su responsabilidad indelegable… Si hubiera gastado en reportear con seriedad el mismo tiempo que empleaba en maquillarse, teñirse de rubio, mirarse al espejo y emplumarse el trasero podría haber hecho algo medianamente rescatable. Pero no, prefiere pasar y posar por perseguida política cuando, en definitiva, todo indica que fue despedida por haraganeo sistemático. En cualquier caso, eso le sirvió para dedicarse con éxito a la pornografía, la opinología y la farandulogía.
En una ocasión la envié a entrevistar a Muhammar Gaddafi en Libia y le vino crisis de pánico. Al tercer día me llamaba desde su Hotel en Trípoli, histérica, llorosa y asustada, porque le iban a practicar un examen de sangre, previo al encuentro con Gaddafi. Por supuesto, la entrevista acordada de antemano no se efectuó. Un fiasco más de esta valiente trasgresora al pedo, cuya superioridad moral huele a podrido.
Atentamente, Santiago Pavlovic U.