Si existe una reflexión que podemos hacer tras la derrota de Daniel Jadue por 20 puntos ante Gabriel Boric, es que nadie, ningún candidato o coalición, puede adueñarse del pueblo y el estallido social. Porque la definición de «pueblo» es mucho más amplia que las 100 personas que se juntan en Plaza Dignidad, algo que parece no querer entender la Lista del Pueblo.
La realidad que ignora la izquierda purista con vocación de minoría, es que la gran mayoría no quiere acabar con los malls ni cambiar los supermercados por granjas, lo único que quieren es no tener que andar juntando las monedas para llegar a fin de mes, que sus hijos tengan una buena educación y que si se enferman no tengan que andar haciendo bingos. Cosas que en resumidas cuentas, se trata del famoso «poder vivir con dignidad».
Hay personas que no votarían ni aunque las opciones fueran Pedro Pascal y Augusto Pinochet, y ellos son tan pueblo como las personas que protestan. Arrogarse ser los únicos representantes del pueblo no sólo es extremadamente soberbio, puede conducir a desastres electorales como le pasó a Daniel Jadue. Y es que hasta que inventen un nuevo sistema de gobierno, las elecciones siguen siendo el mejor parámetro para saber lo que efectivamente piensa el «pueblo».