El debate Partidos Políticos versus los Independientes está instalado hace rato en Chile. Los primeros son apuntados como responsables de todos los males de la sociedad, mientras que los segundos fueron vendidos como sinónimos de pureza, incorruptibilidad y virtuosismo, donde la Lista del Pueblo parecía una fuerza impatable que iba a arrasar con todo… Por suerte, la realidad les terminó estallando en la cara.
Los partidos políticos no son perfectos, hay que seguir aumentando la fiscalización sobre ellos, eliminar de plano el financiamiento privado y deben hacer una depuración de candidatos circenses. Pero los independientes lejos de ser una solución, lo único que hacen es profundizar los problemas ya que su discurso apunta a despolitizar la sociedad llamando a votar por personajes. Pelao Vade, Gino Lorenzini, Pamela Jiles, Franco Parisi son diferentes caras de la misma moneda.
Porque esa es la clave cuando se habla de los “independientes”: No son más que agentes de despolitización de la sociedad para evitar que las cosas mejoren. Por algo Augusto Pinochet y Jaime Guzmán siempre hablaban mal de los partidos políticos. Porque es a través de los partidos la única forma en que se pueden hacer cambios estructurales. La Lista del Pueblo amenazaba con destruirlos y terminó validándolos como nunca antes. Los portadores de la pureza moral terminaron siendo completamente inmorales. Los autodesignados “únicos representantes del pueblo” lo primero que hicieron fue traicionar al pueblo.
Por supuesto que hay personas que sin militar en un partido llevan toda una vida luchando por el pueblo: Profesores, sindicalistas, activistas medioambientales, etc. Esas son las personas que hay que buscar que ingresen a la política para difnificarla, ojalá dentro de los propios partidos. Porque ésa es la mayor moraleja que deja todo esto: La Democracia se trata de proyectos colectivos, no de aventuras personales del falso mesías impugnador de turno.