En una desconocida entrevista que dio para El Mercurio el año 2017, Pía Adriasola, la esposa de José Antonio Kast, reveló sin querer numerosos episodios de violencia, que incluyen violencia psicológica, negarle las pastillas anticonceptivas y tratarla de “tonta” por acudir a un médico en vez de un cura. Parte de la entrevista señala:
María Pía Adriasola conoció a Kast el primer año que entró a estudiar derecho en la Universidad Católica. Dice que lo vio y que le gustó altiro, pero demoraron dos años en consolidar una relación.-Él era muy tímido, entonces no se atrevía a decirme nada. A mí me gustaba, pero como no me tomaba en cuenta, pololeé con otras personas. Finalmente, cuando estuvimos juntos, lo pasé mal porque este hombre era hermético, no hablaba nada. Toda esa primera etapa de pololeo fue tortuosa. Por eso terminamos. Tiempo después, él volvió a buscarla, aunque de nuevo se demoró en declararse. Cuenta que un cura amigo le había dicho a él que tenía que esperar seis meses antes de proponerle regresar: no podía jugar con sus sentimientos.
Yo me sentía súper postergada e insignificante en su vida. El cura nos propuso instaurar los martes de pololeo: así como él tenía reuniones con presidentes de partidos los otros días, o con sus compañeros, el martes hacía lo mismo conmigo. Los primeros años de matrimonio, cuenta, tampoco fueron fáciles. Ya sin el «martes de pololeo» y con la llegada de los hijos, la pareja comenzó, como describe ella, a «hacer agua de nuevo». -Él llegaba a la casa y seguía siendo la misma persona que era; entonces de repente estaba mudo.
Me empecé a morir por dentro; «no puedo con esto», decía. Una cuñada le dijo que estaba con depresión y le recomendó un doctor. Dice que apenas entró a la consulta del psiquiatra, se puso a llorar. -Al finalizar la sesión, el doctor me aseguró que yo no tenía nada malo y que quien debía tratarse era mi marido.
La siguiente crisis se dio cuando quisieron encontrar un método de control de la natalidad. -Teníamos dos guaguas y yo quería parar un rato. Fui a un doctor que me dio pastillas anticonceptivas. Cuando llegué a la casa, le dije a mi marido: «Ya, esto es lo que tenemos que hacer». Y él me dijo: «¿Estás loca? No se puede». «¿Cómo que no se puede?, si todas mis amigas lo hacen», le respondí. Entonces partimos a preguntarle al curita del ‘martes de pololeo’. Él nos mandó con un doctor que hablaba del método natural.
¿No insistió con las pastillas?
Es que a mí se me abrió un mundo totalmente desconocido, porque nadie me había explicado nada de eso. Nadie me había dicho que estaban prohibidos los métodos anticonceptivos, ni tampoco supe de los métodos naturales y su sentido.
Entonces lo que descubrí es que las mujeres somos las que somos fértiles a veces y cuando tienes una relación de pareja, es el ciclo de la mujer el que marca un ritmo. Y ese ritmo hace que si tú quieres postergar el nacimiento de un hijo, tienes que abstenerte. Lo encontré genial, para mí fue una novedad. Fue una luz».
Aun así, usted tuvo nueve hijos
Sí, pero yo los tuve porque quise. Por mí, habría tenido dos más.