Si siguen de cerca las noticias de la Convención Constitucional, sabrán que entre las “iniciativas populares”, los constituyentes octubristas y el imbécil de Mauricio Daza, la Convención se ha llenado se propuestas circenses: Que meter la marihuana en la Constitución, que pitearse el Banco Central, que acabar con la independencia del Poder Judicial, que paralizar todas las obras de minería, que encarcelar a Piñera… Para reír y llorar al mismo tiempo.
Por supuesto que esto era esperable, e incluso algunas cosas está bien que se discutan, el tema es que la mayoría de estas propuestas ridículas generan un ruido innecesario en contra de la Convención y hacen perder tiempo que no tienen. ¿La buena noticia? Ninguna de estas propuestas se aprobará gracias a la ratificación del quórum de 2/3, algo que nuestro carismático medio defendió A LOS GOLPES.
La clave que tenemos que entender todos, especialmente el octubrismo inmaduro y los académicos irresponsables que quieren darse gustitos personales y reinventar la rueda, es que LAS CONSTITUCIONES NO SON PROGRAMAS DE GOBIERNO NI MENOS UNA LISTA DE DESEOS. Que algo sea importante no significa necesariamente que tenga que estar escrito en la Constitución.
Lo que muchos olvidan es que al final el único poder soberano sigue siendo el pueblo, y si sale un mamarracho de constitución la gente votará rechazo en el plebiscito de salida. Y si eso llegase a ocurrir, tengan por seguro que varios constituyentes tendrán que salir arrancando del país por desperdiciar LA oportunidad que teníamos como país para acabar con la Constitución de Pinochet.