En las redes sociales se está dando el debate de que “no hay que preocuparse por las propuestas ridículas de los convencionales octubristas ya que gracias al quórum de 2/3 jamás se aprobarán”, y si bien aquella reflexión es cierta, querer censurar las críticas es un ejercicio que jamás resulta, menos en este caso donde todos los días tenemos a convencionales imbéciles proponiendo brutalidades.
Por supuesto que existen medios que están haciendo todo lo posible para que la Constitución fracase y están llamando a rechazarla desde antes que se escriba una coma, pero aquello se sabía desde el minuto uno y es parte del juego democrático. Culpar a la prensa de los problemas que efectivamente tiene la Convención es un cojo autoengañándose culpando al empedrado.
En esta situación, y considerando que la Convención no puede controlar lo que los medios publican, lo que si pueden hacer es convertirse en su propio canal de información. Esto es, promocionando en todas partes el trabajo diario y las propuestas positivas que no generan titulares, y si sale alguna brutalidad, salir a criticarla inmediatamente como efectivamente lo hicieron con la delirante propuesta de querer disolver los poderes del Estado.
Las críticas son necesarias, más aún si te encuentras en situaciones de poder, cuando los constituyentes dicen que “no se puede criticar la Convención porque hay que esperar el resultado final”, es como si Piñera hubiera dicho que “no pueden criticar su gobierno hasta que termine”, un absurdo que no tiene ningún sentido. Lo que está haciendo la Convención es el hecho político más importante de la historia, no tener autocrítica puede terminar hundiéndola.