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Partamos de la base que la gente está chata de las protestas. No hace falta ninguna encuesta para darse cuenta que a estas alturas el octubrismo genera un rechazo transversal casi total. Que el gobierno presente un proyecto de este calibre le abre demasiados flancos que no puede controlar, ya que como su aprobación depende del Congreso, al no tener los votos lo más seguro es que se rechazará. Es decir, el gobierno no gana por ningún lado.
¿Qué es lo que se debió hacer desde el primer minuto? Poner a un batallón de abogados para revisar caso por caso la veracidad de las pruebas y los abusos de la prisión preventiva, cosas que efectivamente existen ya que tenemos a personas encarceladas dos años por robar un paquete de vienesas. En ese sentido, retirar las querellas por Ley de Seguridad del Estado fue un gran primer paso, pero el proyecto de amnistía es demasiado amplio, y convengamos que si agarraste a patadas a un Carabinero en el suelo claramente no eres un “preso político”.
En estos momentos la forma importa tanto como el fondo. Y un gobierno no puede quedar como “defensores de delincuentes”. Claramente no es así, pero desde todos lados quedará esa impresión, y no sacarás nada con explicar el detalle el proyecto una y otra vez ya que la percepción estará creada. Y como si lo anterior no fuera suficiente, todos los viernes tienes a una tropa de delincuentes haciendo destrozos a los cuales si o si tendrás que tomar detenidos. Es evidente que ambas cosas generan un contrasentido.
En términos futbolísticos, el proyecto de “amnistía a los presos de la revuelta” es el Tricolor de Paine regalándose ante el Real Madrid para recibir una goleada inminente. Ante esta situación es mucho mejor replegarse y atacar desde un lugar seguro. Por supuesto que el octubrismo se pondrá a llorar y los llamarán “traidores”, pero es un costo que debes asumir. Además, convengamos que ese sector jamás apoyará al gobierno y siempre encontrará nuevas formas de victimizarse.
El tema de fondo, es entender que Gabriel Boric no puede perder el control del gobierno por 20 pelagatos. Y en ese sentido, el Frente Amplio va a tener que dejar su buenismo de lado y empezar a gobernar con todo lo que aquello significa. Por el absurdo de intentar quedar bien con todos pueden terminar hundiendo al gobierno. Retomar la agenda y no abrir flancos innecesarios debe ser una prioridad.